Solidaridad sin ver, sin tocar, sin manchar

Roberto Porras

GIJÓN

Un grupo de jóvenes participa en el acondicionamiento de los juguetes
Un grupo de jóvenes participa en el acondicionamiento de los juguetes

03 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Estamos a 1 de diciembre y estoy agotado. Día tras día el bombardeo de recogidas de alimentos y juguetes es incesante. Este año, amparados con la necesidad provocada por el covid-19.

Todo el mundo corre a hacer recogidas de alimentos y pone en marcha recolectas de juguetes para que nadie pierda la ilusión. Todo el mundo se adhiere a esta nueva solidaridad que nada tiene que ver con compartir con el otro sino con el dar sin ver, sin tocar, sin manchar.

No voy a participar nunca en una recogida de alimentos para el Banco de Alimentos, aunque la promuevan las asociaciones vecinales llamando a la solidaridad con las personas que peor lo pasan. Debe ser que entre las personas que participan en las asociaciones no hay gente precaria o con problemas económicos para intentar autoorganizarse y apoyarse mutuamente sino que hay que conseguir alimentos para darlos a una entidad, que a su vez, se lo da a otras entidades para que lo repartan a la gente que tiene necesidad. Lo dicho, solidaridad, sin ver, sin tocar, sin manchar.

Tampoco voy a recoger juguetes, ni reciclar los que ya no nos valen, ni ser un rey mago para nadie. No voy a jugar a tener la conciencia tranquila mientras esos niños y niñas que reciben los juguetes siguen sufriendo las causas y las consecuencias de un modelo económico y social injusto el resto de los días del año. Mientras a esas familias a las que les damos unos juguetes que ya no queremos las criminalizamos el resto del año por no tener recursos económicos juzgando cada decisión de su vida. Mientras las convertimos en objetos que reciben nuestra buena voluntad.

A lo que sí me sumo es a exigir derechos, también aquí y ahora. No escudarme en lo urgente, sino construir lo necesario.

A exigir que la alimentación sea un derecho para todas las personas y a denunciar a las administraciones que no lo garantizan. Nadie se sonroja cuando se reconoce que en Xixón y en Asturies se pasa hambre. Me sumo a denunciar también a las empresas que hacen negocio con nuestras necesidades.

La alimentación es un derecho y cada vez que asumimos que no todas las personas pueden acceder a él y promovemos una recogida de alimentos, estamos consolidando y perpetuando una situación injusta. No estamos atendiendo lo urgente, estamos apuntalando la injusticia que provoca que gente pase hambre y no pueda acceder a alimentos. Estamos favoreciendo el negocio y no a las campesinas y campesinos que son los que nos proporcionan los alimentos.

También a exigir que todas las personas tengan derecho a unos ingresos económicos para poder vivir y poder comprar o fabricar  un juguete si quieren y lo necesitan para que sus hijos e hijas jueguen, en Navidad o en cualquier época del año. A exigir que no se etiquete a nadie por tener dificultades económicas y a cambiar el modelo de fiestas y ocio consumista por un modelo de relación y cuidados.

A todo eso me sumo en estas fechas y en cualquier época del año. Yo sí quiero ver, tocar y mancharme. ¿Tú?

Roberto Porras es socio de la asociación de dinamización comunitaria El Telar