Avelino Sala: «Asturias tendrá que reinventarse otra vez»

Marcos Gutiérrez GIJÓN

GIJÓN

Avelino Sala en la inauguración de la muestra
Avelino Sala en la inauguración de la muestra

El artista gijonés acaba de estrenar en el Centro de Cultura Antiguo Instituto Rebelión en Asturias. Revolté dans les Asturies, un proyecto para «recuperar la memoria» a partir de la experiencia familiar en los movimientos revolucionarios de 1934

27 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Rebelión en Asturias. Revolté dans les Asturies, es uno de los últimos proyectos del artista asturiano Avelino Sala (Gijón, 1972). Se trata de una instalación en el Centro de Cultura Antiguo Instituto que, a través de materiales gráficos, plásticos y audiovisuales, recupera la memoria histórica personal y familiar, ya que surge del recuerdo de su abuelo, perdido en una fosa común, y también la memoria de la revolución del 34 y, en cierta medida, universal. Avelino Sala considera que la creación a partir de la experiencia personal es una de las maneras «más honestas» de trabajar. Cree que, en los tiempos que corren de resurgimiento de la extrema derecha en el primer plano político, es necesario que el arte adopte una posición activa, casi militante, para lograr que la gente «piense por sí misma».

--El germen de Rebelión en Asturias. Revolté dans les Asturies, ¿parte de la propia experiencia familiar?

--Si. El proyecto tiene varias ramificaciones. Por un lado la búsqueda de información acerca de mi abuelo, que luchó en la revolución del 34. No teníamos excesivo material, salvo una fotos de él. Entonces recurrí al Archivo del Pueblo de Asturias de Constantino Suárez y allí empecé a encontrar cosas. Desde ese momento el proyecto avanza mucho y aparece la obra de Albert Camus, que es una obrita de teatro muy pequeñita que hizo con otros dos profesores del Liceo de Argel, donde estaba dando clases. Es una especie de homenaje a la revolución y la localizamos en la Biblioteca Nacional. De ahí sacamos el texto. Rebelión en Asturias se expande por esa vía. Se trató de recuperar la memoria familiar, esa pieza teatral y también la memoria histórica, porque mi abuelo se quedó muerto en una cuneta y no apareció nunca. Si hablas de la revolución del 34 y de la guerra civil esto le ha pasado a muchas familias. Enlaza el proyecto en diversas vías formales, pero básicamente son esas tres maneras de recuperar la memoria, partiendo de la familia.

--¿Cómo se estructura Rebelión en Asturias. Revolté dans les Asturies?

--Hay varias series de trabajo. Por un lado las fotos de Constantino Suárez las pasamos a impresiones sobre plumas, de alguna manera con esa idea de volatilidad y de algo que se lleva el viento. En la punta les hemos puesto una plumilla de escribir, de las de tinta. Ahí hay un juego de recuperación y reescritura de las historias que hay en cada una. Hay otra serie de piezas que son unos libros en los que aparece la palabra memoria, que se va borrando y difuminando en un degradado de color rojo. También hay un testimonio de mi tía ya fallecida. Era la que sabía la historia de mi abuelo, porque de pequeña había memorizado la carta que le mandó la CNT cuando falleció y la mantuvo en la cabeza como si fuera una niña. Entonces hicimos el vídeo con ella contando la historia y narrando la carta, algo que nos costó muchos años, porque ella no quería. Después hay un neón rojo con el 1934 que da una estructura a la sala e hicimos una barricada con muebles del Antiguo Instituto, justo en la puerta, con ese juego casi simbólico de la barricada desde la cultura. Asimismo hay una pieza de videoarte colaborativa con una grabación de la obra de teatro de Camus y dos posters que hice recordando aquella cartelería de la época de la Guerra Civil. Un recuerdo a aquellas imágenes que funcionaban de manera propagandística y pertenecen a la iconografía de aquellos tiempos.  

Una de las piezas que se exponen en la muestra
Una de las piezas que se exponen en la muestra

--¿Es su obra una traslación de la experiencia personal a lo global?

--En parte sí. Tengo varias vías de investigación y una de ellas es esta, la de la memoria y las experiencias personales y como desde ahí puedes crear un discurso global. Quizás sea la forma más honesta de trabajar, porque al final estás contando tu vida a través de las piezas.

--Hace tiempo definía la obra de arte como «un dispositivo de acción poética y política», ¿en qué sentido?

--Hay otros artistas que trabajan de otra forma, pero a mí sí que me interesa mantener ese equilibrio entre el discurso y la forma. Al final, por mucho que hagamos seguimos siendo artistas y lo que hacemos son objetos que tienen que mantener un equilibrio estético, a la par que contar lo que quieres contar. No me interesa el arte por el arte, sin ningún tipo de mensaje.

--¿Es en estos tiempos de polarización y vuelta de propuestas políticas de extrema derecha más necesaria que nunca la reflexión y el recuerdo del fascismo para no volver a tropezar en esa piedra?

--Absolutamente. Estos nuevos movimientos son como una evolución bastante más sofisticada, aunque llamen al populismo. Usan estrategias muy novedosas y, desde la cultura, lo que podemos hacer es resistir, seguir trabajando y mostrar todas estas cosas porque, al final, hay que machacar con información y materiales que ayuden a que la gente piense por sí misma.

Uno de los espacios de la exposición
Uno de los espacios de la exposición

--¿Cómo ha afectado la pandemia al mundo de la creación artística?

--Ha sido una bofetada bestial. Hace tres años, antes de la pandemia, Marta Pérez e Isidro López Aparicio publicaron un estudio con diferentes entrevistas en el que llegaron a la conclusión de que solo el 15% de los artistas pueden vivir de su trabajo. Ya era un espacio precario antes de todo este lío y lo que ha hecho el coronavirus es como darle otras 5.000 vueltas más de precariedad. Los artistas siempre nos hemos movido en un ámbito de escasez. Aún así está siendo muy duro y terrible para mucha gente.

--¿Y a usted en concreto?¿Cómo está viviendo en pandemia?

--Resistiendo, como todos. Tenía cerradas dos exposiciones institucionales antes de la pandemia y me he centrado mucho en ellas. Me ha venido muy bien. He trabajado mucho más tiempo de lo normal en esos proyectos y la verdad es que muy bien.

--¿Alimentará está distopía que nos ha tocado vivir el arte desde el punto de vista temático?

--Si, absolutamente. Tenemos un precedente, que es la pandemia del SIDA en los ochenta, que influyó a un montón de artistas y líneas de trabajo que siguen hasta hoy. Yo creo que los procesos de trabajo de muchos artistas seguro que van a estar influidos por esto que está pasando.

--¿Cree que este es el momento de abordar en serio cuestiones como la Ley de Mecenazgo, el IVA cultural y el estatuto del artista?

--Por supuesto, pero es que es como un mantra que nunca acaba de llegar. El estatuto del artista está cerrado, pero tiene que ser ratificado. Seguimos en precario y parece que es lo normal, cuando somos autónomos y tenemos que pagar todas las facturas. A efectos legales y de normalización somos una especie de marcianos, y eso no puede ser.

--¿Cómo se ve el presente de Asturias desde fuera?

--Un poco in albis. A la espera de como acaba de desarrollarse esta historia de la pandemia a finales de este año y el siguiente. Asturias tendrá que reinventarse otra vez. No sé si soy muy optimista.