Luis Manuel Flórez, Floro, es ante todo una persona comprometida con su entorno. Solo así se explica que alguien con su trayectoria profesional ya recorrida se haya embarcado en la tarea de convencer a la ciudadanía de Gijón de que tiene un proyecto y una forma distinta de hacer política que merecen el respaldo en las urnas el próximo 28 de mayo.
Floro nació un 6 de enero de 1954 en un pequeño pueblo de la cuenca del Nalón, llamado La Moral, en Tuilla. Perteneciente a una familia de clase obrera (es hijo de un carbonero y una ama de casa) que sufrió la represión franquista en la figura de su abuelo. Un minero que fue fusilado por el régimen. Su familia se trasladó a Gijón en los años 60, lo que le permitió estudiar en la Fundación Revillagigedo, de la que salió convertido en maestro industrial en construcciones mecánicas.
Su destino pronto dejó de estar en los astilleros, en los que estaba llamado a trabajar como calderero. Emigró a Salamanca, estudió Filosofía e ingresó en la Compañía de Jesús, que lo llevaría a Madrid, donde se licenció en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas. Su aspiración de ser cura obrero se encontró pronto un compromiso directo al que sumarse: la ayuda a los jóvenes toxicómanos que a finales de los 70 y principios de los 80 empezaban a poblar los barrios de las grandes ciudades. Es en su etapa madrileña cuando vive de cerca los estragos que la droga dejaba en las familias y comunidades. Se involucra en la creación de Proyecto Hombre en España, una unidad terapéutica nacional que siguiendo la experiencia de su homóloga italiana, aborda los problemas de adicciones con tratamientos integrales biopsicosciales, con personal cualificado y formado al efecto. Hoy la organización cuenta con 28 centros asociados, de los que el de Gijón es uno de los más relevantes, dando servicios de prevención, formación y atención a muchos miles de personas.
Posteriormente, al igual que el personaje del Padre Emilio/Pere Ponce en la serie Cuéntame cómo pasó, dejó los hábitos por amor. Lo hizo para casarse con su compañera Mina, con quien lleva más de treinta años. Junto a ella ha formado una familia con dos hijas. Es precisamente el Floro ya abuelo el que ha dado un paso adelante para entrar en política y buscar un futuro mejor para Gijón, la ciudad en la que vive desde pequeño y en la que también viven sus cuatro nietos.
Estoy seguro que durante su mandato como alcalde de la ciudad volverá a primar su dedicación por ayudar a las personas, como hizo durante los más de treinta años que estuvo al frente de la Fundación Proyecto Hombre. Viene con un proyecto bajo el brazo basado en el diálogo, en la búsqueda de consensos y en apartar la crispación y los malos modos de la vida política. Es un hombre tranquilo que cuenta con una vocación de servicio público que le servirá para buscar la mejora de la vida de la gente. Pero no se engañen, es mucho más, es un candidato y será un futuro alcalde que confía en la gente y que, con vuestro apoyo, logrará transformaciones más ambiciosas que las que ha vivido la ciudad en las últimas dos décadas.