Las nuevas multas por ruido en Gijón: hasta 600 euros por los ladridos de un perro y 100 por usar megáfonos de propaganda

Sergio Muñoz Solís
Sergio M. Solís REDACCIÓN

GIJÓN

tráfico coches.Calle de Gijón
Calle de Gijón

El Ayuntamiento ha formalizado por primera vez un cuadro de sanciones ligado a su Ordenanza Municipal del Ruido, vigente desde el año 2006, con el objetivo de vincular hechos concretos con cuantías y categorías de sanción

05 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El Ayuntamiento de Gijón ha formalizado por primera vez un cuadro de sanciones ligado a su Ordenanza Municipal del Ruido, vigente desde el año 2006, con el objetivo de aclarar y graduar con mayor precisión las consecuencias de las molestias acústicas. Aunque la norma ya definía infracciones y rangos económicos, hasta ahora no se había aprobado de forma explícita un cuadro que vincule hechos concretos con cuantías y categorías. El documento fue firmado el 29 de julio por el concejal de Medio Ambiente y Sostenibilidad, Rodrigo Pintueles.

El nuevo esquema busca la coherencia y no tratar por igual a quien «se pasa dos minutos con la lavadora encendida que a quien deja a su perro ladrando solo a las cuatro de la mañana u organiza una fiesta en su casa», en palabras de Pintueles. En el caso del ruido doméstico o generado por animales, se opta por una clasificación proporcional en cuatro niveles. La sanción más leve es un simple apercibimiento, sin multa, cuando el exceso no supera los 4 decibelios sobre los límites permitidos y no existen antecedentes. Si la misma infracción se repite en el plazo de un año, la multa será de 100 euros. Cuando la superación se sitúa entre 5 y 15 decibelios, la infracción pasa a grave y la sanción asciende a 300 euros. Por encima de ese margen, el incumplimiento se considera muy grave y se penaliza con 600 euros.

Este tramo más alto, sin embargo, tiene una singularidad: hay situaciones catalogadas como muy graves que, pese a esa calificación, también se sancionan con 600 euros, como ocurre con ciertos excesos de ruido vecinal o de animales y para usuarios en la vía pública que excedan los límites de 55 decibelios en horario diurno y 45 decibelios en nocturno.

El control no se limita al interior de las viviendas. El nuevo cuadro recoge también sanciones para ruidos generados en las calles y en actividades vinculadas al espacio urbano. Se contempla una multa de 100 euros por infracciones leves como el uso de megáfonos para propaganda, ruidos provocados por operaciones de carga y descarga fuera de lo permitido, el empleo injustificado de bocinas en el casco urbano o realizar obras entre las diez de la noche y las ocho de la mañana.

Para actividades más estructuradas, como las desarrolladas por comercios, locales de espectáculos o negocios con música amplificada, el cuadro mantiene una distinción más severa. Las infracciones calificadas como graves se sitúan en el umbral de 601 euros y las muy graves en 12.001 euros. Entre los supuestos que se consideran graves se incluyen, por ejemplo, superar entre 5 y 14 decibelios los niveles autorizados por la licencia, que locales de espectáculos funcionen con las puertas abiertas o la utilización de música amplificada sin la debida autorización. Como muy graves se contemplan, entre otras, la reincidencia en infracciones graves, superar en más de 15 decibelios lo permitido o reinstalar equipos musicales tras haber sido ordenada su retirada.

El surgimiento de este cuadro sancionador llega en paralelo a un trabajo continuado desde Medio Ambiente para atajar la contaminación acústica en la ciudad, que incluye el control de zonas de ocio y eventos festivos, así como de los ruidos de convivencia y de calle. Asimismo, se apunta que esta aprobación es provisional y se sitúa a la espera de una actualización más amplia de la ordenanza, vinculada al proceso de revisión de la normativa estatal, que podría modificar o matizar aspectos del régimen sancionador.

Con esta clarificación, Gijón refuerza su respuesta ante una problemática que impacta en la convivencia y el descanso de los vecinos, articulando por primera vez de forma explícita cuánto y por qué se sanciona cada exceso sonoro.