Juanma Castaño: «Enseñar el móvil con la foto de Helena Condis fue un descuido, no una estrategia»

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Gustavo Valiente

Tras protagonizar una divertida imagen con su madre en «MasterChef», el periodista habla de ella, de su novia y de periodismo, mientras repasa tu trayectoria profesional

19 nov 2021 . Actualizado a las 19:27 h.

Han pasado más de 25 años desde que un chaval de provincias se desplazara hasta la capital en busca de su sueño de triunfar en el mundo del periodismo. Cual Paco Martínez Soria, aquel paleto, como le gusta recordarse, de cejas pobladas y acento cerrado, trataba de ubicarse en un Madrid avanzado de finales de siglo. Más de dos décadas después, ese joven ilusionado es el líder de la radio nocturna. Presenta y dirige El Partidazo, en sus dos versiones, la radiofónica de la Cadena Cope, y la televisiva, de #Vamos, en Movistar. Una frenética actividad que ha tenido que compaginar con su concurso en MásterChef. Entre fogones, protagonizó este lunes un divertido choque con su madre, cuando esta le cuestionaba lo secreta que llevaba su relación con Helena Condis, su compañera en la radio y en la vida. Días después, Juanma Castaño (Gijón, 1977) habla de su progenitora, de su novia, de su éxito profesional y de cómo ha cambiado la profesión.

-Aunque esta entrevista estaba pactada para charlar de deportes y radio, como periodista que eres, entenderás que prima la actualidad. Así que, háblame de ese animal televisivo que ha demostrado ser tu madre.

-En el caso de mi madre, permíteme que actúe como los gabinetes de información de los clubes y la proteja lo máximo posible. Es que me da miedo. Es tan, pero tan natural, que no mide si está en casa, en la radio o en la tele. Y así se muestra con el desparpajo que se muestra y me mete en los líos que me mete (se ríe).

-¿Has pensado ya hacerle un hueco en «El Tertulión» (el debate que presenta los domingos)?

-Quita, quita. Insisto, voy a llevar con ella esa política de comunicación que tanto odio en los clubes. Ella es capaz de triunfar en la radio, en la tele y en lo que se le ponga por delante (más risas). Su problema es que no admite guion. Y mi madre, sin guion, me da mucho miedo. 

-La última que te ha «liado» fue con las insinuaciones sobre que no le presentas a Helena Condis, tu pareja. Con esta, el que la liaste bien fuiste tú enseñando su foto cuando estuviste con Ibai. Ahora que ya pasó, ¿fue en realidad un desliz o era la manera de reconocerlo abiertamente?

-Pero qué dices. Si tuviera esas ideas sería un publicista de los mejores y ganaría millones. Qué iba a querer que saliera. A ver, sabíamos que antes o después se iba a saber, pero bueno…  Lo que pasó es que en ese momento ni me acordaba que tenía una imagen de Helena en el móvil. De verdad, si lo hubiera preparado, lo diría, y presumiría de lo gran estratega que soy. Pero, por desgracia, no tengo ese ingenio.

-¿Cuál fue la reacción de ella cuando se enteró?

-Fue curioso, porque estábamos en Gijón. Era la Semana Grande. Yo había quedado en casa, charlando con Ibai y ella había salido con mi hermana y unas amigas a tomar algo. Al acabar, bajé, me preguntó qué tal y ya le dije: «Creo, que ya le ha vuelto a montar. Enseñé el móvil y había una foto tuya». Intento restarle importancia y dijo que seguro que había pasado inadvertida la imagen y que nadie se había dado cuenta. ¡Qué ojo tuvo! En nada ya estaban las imágenes rulando por ahí y el lío montado.

-Aunque no te guste, ¿entiendes que tu éxito provoca interés más allá de tu profesión?

-Es lo que hay. No todo iba a ser bueno. Estoy bastante concienciado de que hay que pagar un precio. 

-¿Y qué sientes cuando ves cómo, por momentos, se ha tratado tu separación y tu nueva relación, digamos con poco tacto, con titulares y textos insultantes?

-Es un poco lo que te decía. Sé que hay que pagar un precio. Siempre van a salir cosas de ti. A nadie le gusta que hablen mal ni que se cuenten cosas de forma distorsionada. Pero no estoy obsesionado, buscando lo malo que se pueda decir en medios o redes sociales. De verdad. Es que sabes qué me pasa, que soy un tío que está mucho en la calle. Y ahí lo que recibo es cariño. Si saliera y me estuvieran tirando tomates pues me preocuparía, pero como no es así…

-Todos, a lo largo de nuestra vida, hemos tenido algún momento desagradable por  nuestra profesión. Me cuesta creer que alguien tan conocido como tú no los haya tenido.

-Te aseguro que nunca he tenido ningún problema en la calle. Alguna vez alguien, que desde la otra acera, escondido entre cinco o seis, suelta: «Juanma, gilipollas». Pero jamás me ha pasado nada. 

-¿Ni siquiera en Gijón por ser más amable con un presidente o más crítico con otro?

-Es que esta gente es bastante cobarde. Sí que me han llegado a gritar: «Juanma, vendido». Pero paso y se acaba. 

-Dices que eres muy de calle y que notas cariño. Pero, ¿cómo llevas también esa fama que te resta la intimidad de poderte un día tomar una copa tranquilo, ya no digo con tu pareja, con unos amigos sin que te den la brasa?

-Mira, la fama es peligrosa a medida que avanzan las copas. Antes es muy llevadera. Luego, la gente se va envalentonando y piensa que te puede decir de todo. Y alguno sí, se pone muy pesado. Pero yo ahí soy muy directo y corto rápido.

-¿Según te has ido haciendo más conocido has trabajado tu forma de enfrentarte a la gente? Me explico. Da la sensación de que cuando andabas con el inalámbrico por los estadios y las carreras ciclistas eras más altivo que ahora, que se te ve más cercano. 

-Vaya, pues está bien que me digas eso, porque la gente suele decir lo contrario (se ríe). La tendencia es que, en cuanto sales en la tele, te empiezan a llamar gilipollas y cuanto más conocido eres, más insisten. Pero que lo que digo es cierto. Alguna vez, alguno me ha venido y me ha dicho: «Juanma, desde que sales en la tele, te has vuelto un gilipollas». Son los prejuicios de la tele. Y ahí yo les hago caer en el error y les digo: «No, perdona, te equivocas, yo ya era gilipollas cuando nací, pero es que no me conocías».

-¿Y te ha pasado ese clásico de que te confundan con otro?

-¿Cómo que si me ha pasado? Me han llamado Pepe Castaño, dicho si era Nico Abad, confundido con Manu Carreño… ¿Sigo? Y luego están los que te vienen y te dicen: «Mira, no sé quién eres pero me suenas, así que ¿puedo hacerme una foto contigo?» Pero, vamos a ver, para qué te quieres hacer una foto con un tío que ni conoces, ni sabes qué hace ni nada. Pero, espera, que luego están los que vienen y te dicen, como me pasó el otro día: «Oye, Juanma, ¿no te acuerdas de mí?» Y no, no me acordaba de él. Un señor que había visto en Almería hace quince años. Lo raro es que me acordase. Yo, por eso, cuando saludo a alguien siempre voy directo y digo: «Hola, soy Juanma Castaño…» Que sepan quién soy. Porque no soporto eso de: «A ver si sabes quién soy…».

-Qué bien me viene esa presentación para que continúes. A ver, ¿quién es Juanma?

-Pues Juanma es un tío que toda su vida quiso trabajar en la radio y lo consiguió. Poco a poco fue superando etapas y logró asentarse en el programa deportivo líder de las noches.

-Vuelvo un poco a lo de antes de la cercanía. Eres el líder de la noche, pero pareces más terrenal de lo que aparentaban García y De la Morena.

-Eso es porque todo ha cambiado. Todos estamos más cerca. Hay más canales. Antes no sabíamos ni cómo era la cara del que hablaba. Ahora, a cualquiera que haga radio, lo buscas en Google y aparece. 

-¿Te sientes a gusto o preferías lo de antes?

-No. Esto no me gusta. Me gustaba más lo de antes. Todavía me emociona imaginarme cómo será la persona que hay detrás de una voz. Creo que no hay necesidad alguna de confirmar cómo son los locutores. Considero que hay una sobreinformación de muchos personajes y me da miedo que la gente se canse de mí.

-Pues para darte miedo, no paras de salir en todos lados. Hasta en «Masterchef», que nada tiene que ver con la profesión.

-Bueno, es que esa es una aventura que me apetecía vivir. En ese programa me está conociendo mucha gente que no me conocía como periodista del mundo del deporte. 

-¿Hay varios Juanmas?

-¡Qué va! Los que me conocen lo saben. Los oyentes, también. Por desgracia o por suerte, no tengo doble cara. Y en el programa me he comportado de forma natural. He tratado de ser un buen compañero y de no meterme en ningún lío. A pesar del programa, de la tensión que hay en muchos momentos. Se lo dije a mis compañeros. Nadie nos va a recordar por hacer una lubina espectacular, sino por cómo nos mostremos, así que creo que había que afrontar esto como un ejercicio de humor y entretenimiento.

-¿Ser así de natural te ha dado más beneficios o más palos?

-No sabría decirte… Pienso que a veces debí morderme la lengua o no debí opinar sobre no sé qué cosa o qué tema (silencio). Pero, sí, me ha dado más de lo que me ha quitado. 

-Pero te las ha llevado de todos los colores. ¿No aprendes?

-Los palos me han servido para hacerme duro y tener un corazón casi de hojalata. Siempre le digo a Paco (González) que en la actualidad el periodismo es un campo de minas. Estamos ahí en medio y las minas están colocadas. No sabemos dónde, pero están. Y, en cualquier momento, una explota. Cuándo y dónde menos te lo imaginas. Pero acaba explotando.

-¿Te consideras más periodista, reportero o presentador?

-Soy un poco de todo. Soy periodista, he sido reportero y ahora  mismo también soy director de un programa y presentador. He ido cumpliendo etapas. Llevo veintipico años en esto. No soy un producto que ha parido un tipo de márketing. He hecho de todo. Espacios de publicidad en Gijón, Mundiales, Sanfermines… 

-Ahora que estás instalado en la moqueta periodística, ¿no echas de menos la arena?

-Sí, pero echo en falta la arena que pisé cuando empezaba. Para qué voy a bajar al barro si no se puede preguntar a un protagonista y todo se ciñe a negociaciones con departamentos de comunicación. Yo disfruté mucho de aquella etapa en la arena, pero eso ya no existe.

-Es curioso que en la era de las comunicaciones, en las que todos estamos enganchados al Whatsapp y que establecer contacto es tan sencillo, resulta que era más fácil hablar con un futbolista antes, cuando lo tenías que llamar a su domicilio.

-Era más fácil porque no teníamos una barrera. Ahora, los clubes tienen esa barrera que son los departamentos de comunicación, que muchas veces su única misión es decirnos que no. Hay clubes que no me han dado nunca una entrevista. Siempre dicen no. Entonces, para decir siempre no, ¿para qué necesitas un departamento de comunicación?. 

-Y esto no tiene vuelta atrás.

-Con el paso del tiempo hemos ido perdiendo espacio, protagonismo. Nos hemos convertido para ellos en prescindibles. Han creado su mundo, sus redes, sus propios medios. Y los medios de comunicación tradicionales les molestamos. Tienen su visión y perfecto. Otra cosa es que eso sea sano. Porque ellos pueden comunicar lo que quieran, pero siempre será eso, lo que ellos quieran. 

-Quizá el problema ha sido que los medios, principalmente los diarios deportivos, han ido cediendo a cambio de promociones, y detrás han ido el resto.

-No sé quién tiró la primera piedra. Pero el caso es que llegamos a dónde llegamos. Y ahora es imposible dar marcha atrás. Se pueden mejorar algunas cosas y se intenta, pero no mucho.

-¿Crees que si este cambio se hubiese producido con García en lo más alto, se hubiera llevado a cabo?

-Yo lo que creo es que si esto pillara a García en activo, se daría cuenta de que no iba a poder mantener el poder que tenía. Es imposible que alguien acumule tanto poder con el actual modelo que existe. Ahora hay mucha más gente que comunica y por muchos más canales. Así que volviendo a la pregunta, creo que García ahora no sería García. Es imposible que lo fuera.

-¿Haces el programa que quieres o el que te dejan hacer?

-Obviamente, hago el programa que me dejan. Porque volvemos a lo de siempre, cada día es más difícil hacer lo que uno quiere. Todo son trabas. Luego, dentro de lo que me dejan hacer, sí que hago bastante lo que quiero y me gusta. 

-¿Por qué «El Partidazo» es líder de audiencia?

-Porque creo que estamos recogiendo el fruto del trabajo de muchos años. Esto empezó con Alcalá, siguió con Joseba (Larrañaga) y ahora llego yo. Había un trabajo hecho. No fue algo que inventáramos de repente. No hemos sido líderes por tocar una tecla mágica. Es el éxito del método y su adaptación.

-Hablas de Alcalá y Joseba. ¿Cómo es ese momento en el que tienes que sustituir a un compañero? Imagino cierta incomodidad por ambas partes.

-Cuando me lo dicen, lo primero que se me pasa por la cabeza es esa situación que planteas. Cómo se lo tomarán. Qué les digo… Pero cuando ves que, desde el primer momento, son los dos primeros en ofrecer su esfuerzo para que el programa salga bien, entonces recibes un premio diario. Me han demostrado mucho en todo este tiempo. Ellos estuvieron haciendo lo que hago yo ahora. Y si somos líderes es gracias a ellos.

-Siguiendo con Alcalá y volviendo a cómo está cambiando la profesión. ¿No resulta un poco extraño que haya un departamento de noticias?

-Pues sí. El departamento de noticias tendríamos que ser todos los periodistas, pero es el nuevo periodismo que nos toca vivir. Hay un departamento de redes sociales, otro de vídeos, otro de buscar protagonistas… Y, en medio de todo eso, pues hacía falta crear algo divertido, pero que no renunciara al periodismo más añejo, el de buscar noticias. El de descolgar el teléfono y hacer mil llamadas. Y Fouto y Alcalá lo han cogido de maravilla y lo hacen de forma fantástica.

-¿Quién es más insoportable: Verónica Forqué o Isaac Fouto?

-Fouto es peor, sin duda. Verónica es un encanto. Tiene un corazón enorme. Es para comérsela a besos. Pero luego ahí, con la tensión y demás se transforma. 

-Sigues reivindicando el periodismo de antes. ¿Las nuevas generaciones abusan del Whatsapp y se olvidan del teléfono?

-Yo veo a los chavales que se creen que todo se acaba con leer las redes sociales de un jugador o un post de un club. Y, luego, a esperar un comunicado oficial. Y yo les digo, llama por teléfono. Y me responden que ya mandaron un wasap, pero que hace horas que no se conecta. Pues si no se conecta, coges el teléfono y lo llamas, que no pasa nada. Se puede hablar por teléfono perfectamente. No hace daño. El periodista tiene que intentar, por todos los medios, hablar con el protagonista; si no puede, con el entorno; y si no puede ni así, con el entorno del entorno. Pero hay que llamar y llamar hasta que no te queden dedos. Los clubes cada vez dan menos y los chavales cada vez se acomodan más.

-Y luego está el periodismo de camiseta, que intuyo que no te agradará mucho.

-¿Cómo me va a agradar? Es una consecuencia de la carencia del contacto con los protagonistas. Si los jugadores, los entrenadores y los directivos hablaran más, la camiseta la llevarían ellos y los oyentes y telespectadores no necesitarían alguien con quién identificarse. A falta de ellos, los periodistas son los que se han puesto las camisetas. Y, no, no me gusta. Pero tampoco me ofende, ojo. Cada uno es libre.

-Aunque no hagas exhibición de ello, ¿eres de algún equipo aparte del Sporting?

-No tengo ningún otro equipo. Pero es que además me parecería imposible tenerlo. Para mí ser del Sporting es un castigo. Así que no me imagino tener otro castigo más. No podría. Luego, pues lo que vas siendo es de los equipos que te tratan mejor o en los que conoces más jugadores. Que se enfrentan el Madrid y el Barça, en uno me llevo bien con tres y en el otro con cuatro, pues prefiero que gane el de cuatro. Pero, vamos, algo normal que le pasa a cualquiera, no por forofismo.

-Para concluir, vamos a hablar de tres nombres propios y tu relación con ellos, que ha tenido altibajos. El primero es Luis Enrique.

-Yo con él me llevaba bien. Pero cuando firmó como el Barça, entendió que ya no le iban a agradar muchas cosas que dijera y cortó la relación. Pasó a verme como un periodista de Madrid en lugar de hacerlo como un chaval de Gijón. No es que se le subiera, ni nada. Es que él es así. Era así cuando tenía 17 años y sigue siendo así. Luis Enrique traza una raya en el suelo y dice si estás a este lado o al otro. Y no hay más.. 

-Manu Carreño.

-Un compañero de muchos años en Mediaset, en Deportes Cuatro. Hicimos un producto inolvidable, que era Los Manolos. Pero llegó el momento en que empezó a agrietarse la relación desde la cúpula y esa grieta necesitaba pegamento desde nuestro lado. Y no se lo dimos. No pasó nada en concreto. Solo que en mi camino he elegido otros compañeros de viaje. He tenido oportunidad de estar con otros y me ha ido bien.

-José Ramón de la Morena.

-Tenemos una relación fantástica. Me trata de lujo. Es un tío muy especial para mí. Me dio muchas oportunidades. Contó conmigo. Me enseñó. Me echó unas broncas tremendas que me han servido para aprender.

-¿No le molestó que te fueras a la Cope?

-¡Qué va! Yo no tenía un papel protagonista con él. Era uno más de los cincuenta que nos fuimos. 

-Acabamos regresando al principio. ¿Te vamos a ver preparar tus famosas lentejas con carabineros en «MasterChef»?

-De MasterChef no puedo decir absolutamente nada. Pero bueno, hay que tener en cuenta que las lentejas con carabineros es un plato que lleva mucho tiempo hacerlo. Solo digo eso.

-¿A la altura de qué programa de radio o entrevista están esas lentejas? ¿Tu mejor actuación?

-Eso era antes, ahora he aprendido muchísimo. Aprendí en el periodismo y en la cocina.

-Buen final.

-Pues ahí lo dejamos.