Juan Sanguino, experto en Britney Spears: «Había apuestas en internet sobre cuándo iba a morir»

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A finales del 2021 la artista recuperó su libertad. Llevaba 13 años tutelada por su padre porque la situación llegó a ser «peligrosa». La carrera de la estrella del pop más icónica del siglo XXI se venía abajo al mismo tiempo que nacía una «celebrity»

24 may 2022 . Actualizado a las 19:39 h.

Lo dice alto y claro: «Nunca hubo una historia como la de Britney Spears». El periodista y escritor Juan Sanguino (Madrid, 1984) acaba de publicar una biografía sobre «la estrella del pop más icónica del siglo XXI», de quien no ha podido «separarse» desde que la descubrió en 1998. Dice que, en un principio, le atrajeron sus canciones, que nunca contaron con el apoyo de la crítica, y que, sin embargo, conectaron muchísimo con el público. «Tienen un punto muy infantil, piensa en Sometimes, yo tenía 14 años en ese momento, y me parecía muy curioso que esa chica tan jovencita, que era como mis compañeras de clase, estuviera en la cima del mundo, cantando, bailando, tan guapa, tan adorable... Ese cariño, ese afecto, esa atracción hacia ella, nunca me han abandonado desde entonces. Son 24 años... Es decir, dos tercios de mi vida me los he pasado siguiéndola muy de cerca», señala.

 A mediados de los noventa, según cuenta en el libro, Britney, que todavía era una niña, abandonó el pueblo de Luisiana donde nació, soñando con ser una estrella del pop. «En un par de años la convirtieron primero en un producto, luego en un mito sexual y, finalmente, en una fábula con su propia moraleja: la cultura de masas devora a sus creaciones». «La participación de Britney en su carrera musical es muy pequeña, es lo que en Estados Unidos llaman una performer, una chica que más que cantar lo que hace es una presentación sobre el escenario. Ella siempre ha cantado en playback, casi nunca lo ha hecho en directo, porque su fuerte ha sido tanto el baile como la puesta en escena». Es curioso, dice Sanguino, que ella apenas se implicara en sus propias canciones, aun cuando estas definían momentos de su vida. 

SU LADO SEXUAL

A pesar de ser una artista, los medios, que la retrataban, y el público, que la consumía, desde el principio la plantearon como un producto. «Siempre ha dependido de otra gente, tanto cuando la crearon como cuando la destruyeron». Sobre si fue un error explotar su lado más sexual, Sanguino asegura que de lo que no cabe duda es que fue inmoral: «Era una chica menor de edad, no era del todo consciente». «Britney tenía como referentes a Janet Jackson y a Madonna, mujeres que utilizaban la sexualidad para darse placer a sí mismas, como un elemento de provocación, pero eran mujeres de 25-30 años, Britney tenía 16». ¿Sabía dónde se estaba metiendo? Hay gente que dice que sí, —señala Sanguino— y otros que no, que se dejaba hacer. «Dice David LaChapelle —que le hizo el reportaje para la revista Rolling Stone, donde sale tumbada en la cama en ropa interior— que fue cosa de ella desabrocharse el cárdigan, aunque delante de sus padres y de su mánager fingiera que no estaba cómoda. Siempre habrá ese misterio de hasta qué punto era consciente, pero de ese misterio nace la atracción para mucha parte del público», señala Sanguino, que advierte que a nivel comercial su sexualización no fue ningún error.

Britney empezó a notar que, al salir de los conciertos, cada vez había más hombres adultos, narra el autor en la biografía. En julio de 1999, la revista masculina FHM la sacó en portada con el titular: «Vaya, ¡cómo ha crecido!». Tenía 17 años. A ella, esos debates en torno a su sexualidad le parecían degradantes, porque menospreciaban su música y su talento, y quiso distanciarse de su propio personaje público. Y para ello, insistía en que por mucho que se disfrazase de estrella del pop sexy, seguía siendo virgen. Su virginidad se convirtió en tema de interés nacional. Llegaron a ofrecerle diez millones de dólares por poder desvirgarla.

Las revistas y los periódicos serios empezaron a hablar del tamaño de sus pechos, de si iba desnuda, si era una niña, una mujer... y ella siempre decía lo mismo: «Soy una golfa o una mojigata, ¿en qué quedamos?». «Ella tuvo que descubrir y nosotros con ella que no hay equilibrio posible, que la sociedad te va a exigir un erotismo, pero luego te va a condenar por ese erotismo», señala. Esta situación le generó muchísima ansiedad, «porque ella trataba de agradar y no era capaz», apunta Sanguino.

El autor considera excesivo cómo la sociedad se le echó encima, «pero todo lo relacionado con Britney siempre ha sido muy excesivo, incluso el movimiento Free Britney fue excesivo, otra cosa es que haya tenido buenas intenciones y buenos resultados». Considera que la artista despierta un fervor muy visceral con todo lo que hace, tanto a favor como en contra, entre el público, «y ese es uno de sus talentos, de sus magnetismos como artista. Despierta una reacción muy dramática entre la gente. En este caso, en torno a su sexualidad, fue absolutamente desmesurado».

En esta época, Britney salía con Justin Timberlake. Cuando lo dejaron, él se encargó de aclarar que fue por una infidelidad de la artista, ella no lo desmintió, y su imagen, asegura el escritor, empieza a ser muy cuestionada. «Eran los Kennedy del pop adolescente, el príncipe y la princesa, representaban los valores más tradicionales de Estados Unidos, y cuando ella traiciona esa imagen que ella misma había construido, la prensa considera que se abre la veda de caza contra ella, que ya se la podía derribar porque ha explotado una imagen que ha resultado no ser verdad», dice el autor de Britney. One more time, que sitúa en este momento el punto de inflexión en la vida, y en la carrera, de la estrella del pop. Se rebela, empieza a salir de fiesta, a beber, a drogarse... se desmadra, y es incapaz de coger las riendas de su vida. «Es que tiene 19 años —apunta—, hablamos de ella como si fuera..., pero era muy pequeña». 

LA SEGUNDA VIDA DE BRITNEY

Lo cierto es que a pesar de que hoy la estadounidense apenas tiene 40 años, ha vivido muchas vidas en una. «En ese momento, no toma las riendas porque no tiene la capacidad mental, ella es una niña mentalmente porque no ha tenido un desarrollo madurativo normal ni mucho menos, y no es funcional, a día de hoy ni siquiera lo es por completo». Se ve obligada a aparcar su carrera artística durante unos años, y la gente se olvida de su carrera musical. Se empieza a devaluar su imagen como cantante al mismo tiempo que crece la de celebrity. Sale con Paris Hilton, con Lindsay Lohan.... comienza la segunda vida de Britney, que no deja de generar titulares. En una entrevista, su pareja Jason, contó que se pasaron dos meses manteniendo relaciones sexuales sin preservativo. «Tomaban éxtasis por las mañanas, cocaína por las noches y ansiolíticos para dormir», cuenta Sanguino a la vez que relata que en una de esas madrugadas decidieron casarse en Las Vegas. Un matrimonio que no duró mucho. Su madre se plantó allí con la intención de que ambos firmaran un documento de nulidad.

La soltería fue corta. Apenas unas semanas después avisó a los paparazzis para que la fotografiaran con Kevin Federline, quien tenía una hija y una novia embarazada, algo que poco le importó a Britney. Según Sanguino, él era un chaval corriente que le podía dar la vida normal que ella tanto ansiaba. Se casaron, y poco después nació su primer hijo, Sean Preston, en septiembre del 2005. Las fotografías con el bebé en el colo mientras ella conducía dieron la vuelta al mundo. Lo tuvo que llevar al hospital porque se cayó de una silla, y poco después vieron la luz otras imágenes donde el niño iba en su sillita dentro del coche, pero colocado de forma incorrecta. Hasta ellos mismos se llegaron a parodiar como padres. El chiste era que ninguno de los dos sabía a quién le tocaba cuidar de la criatura. «Tras beberse cinco malibús con piña —cuenta en la biografía— le preguntaron qué celebraba. ‘Que estoy embarazada otra vez’». El 12 de septiembre del 2006 nace su segunda hija, Jayden James, y en noviembre se divorcia de Kevin, que solicitó la custodia completa de los niños. Su familia formó una piña con Kevin para no dejarle ver a los niños hasta que no entrara en una clínica de desintoxicación. En el 2008, durante uno de esos ingresos, su padre solicitó su tutela. «Yo no dudo de que en líneas generales tuviera buena intención, porque era una situación muy extrema, y ella no podía cuidar de sí misma en aquel momento, no era responsable y tenía dos hijos recién nacidos, era muy peligroso. Es casi milagroso que sobreviviera aquel año. Comprendo que solicitaran aquella tutela, para mí lo problemático viene cuando en octubre una jueza la renueva de forma indefinida. Yo no niego que tuviera que estar tutelada unos meses porque había que controlar con quién se veía, con quién iba, qué tomaba... pero cuando se renueva de manera indefinida, sí que veo unos intereses comerciales por parte del padre», explica Sanguino, que asegura que en ese momento no hubiera sorprendido la noticia de su muerte.

«Había páginas —añade— con la cuenta atrás, apuestas sobre cuándo iba a morir, muchos chistes al respecto, pero creo que cuando muere Amy Winehouse hay un punto de culpabilidad colectiva, porque llevábamos tres años riéndonos de ella, que si iba borracha, que si se drogaba, que si no tenía dientes... Y esto es un punto de inflexión, pero por supuesto que mucha gente daba por hecho que Britney iba a aparecer muerta en algún momento». A finales del 2021, Britney recuperó «su libertad». Llevaba tiempo manifestando su deseo de volver a ser madre, y el pasado abril anunció que esperaba su tercer hijo junto a Sam, pero hace tan solo unos días a través de las redes sociales comunicó que habían perdido al bebé. «Ahora mismo su carrera no le importa nada, creo que no tiene ni mánager, y quizás no vuelva nunca a la música. Pero si vuelve va a tardar muchos años, se convertiría en un mito».