Pati Blanco, responsable de comunicación de El Corte Inglés en Galicia y Asturias: «Me gusta morir y resucitar»

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CESAR QUIAN

Poeta, periodista, comunicador, relaciones públicas, afronta una jubilación llena de proyectos que sazona con su talento para conversar y convencer

28 jun 2022 . Actualizado a las 13:18 h.

Si se cruzan con él, tomen precauciones. Pati Blanco (A Coruña, 1957) tiene un encanto especial del que resulta difícil sustraerse. Especialista en la comunicación y en la distancia corta, dice adiós a trabajar para otros y se prepara para una jubilación, según dice, nada tranquila.

—Se jubila.

—En El Corte Inglés.

—¿Qué va a hacer, mirar obras?

—No, ja, ja. Ni siquiera en televisión. Voy a afrontar proyectos que hasta ahora no he podido. Y desarrollar habilidades que ahora puedo poner en valor porque voy a elegir yo. Yo siempre he sido muy disciplinado pero ahora puedo estrenar esa libertad y eso me atrae muchísimo.

—¿En qué está pensando?

—Comparto un proyecto turístico, hotelero y gastronómico en el Faro Silleiro de Baiona. Lo queremos transformar en un hotel con encanto y el faro pequeño en un espacio gastronómico. Es un reto porque yo quiero que sea algo más que un alojamiento de nivel. Algo con contenido cultural vinculado al territorio.

—Esto es como la bicicleta, si te paras, te caes.

—Sí. Sobre todo si lo llevas dentro. Es que yo me encuentro fenomenal, físicamente y con ganas. Mi leit motiv es siempre la posibilidad de crear. Una idea, una propuesta... Y que esa creación sea buena para los demas, que aporte valor.

—Le veo motivado.

—Hay que explotar la marca propia, lo que te diferencia. Y mi edad me permite desarrollarla. Es lo que voy a hacer. No hacerlo sería traicionar a todos los que me animaron a lo largo de mi vida. Cuando escribo poesía pienso que me da la posibilidad de vivir varias vidas. Y he dedicado libros a todos aquellos que murieron por amor y lograron resucitar. Eso es lo bueno. A mí me gusta morir y resucitar. Se lo digo a mis hijos.

—¿Cuántos tiene?

—Tengo dos. Yo me he casado tres veces. Tengo una hija de mi primer matrimonio, que me ha dado un nieto maravilloso (y es verdad que existe el síndrome del abuelo) y un hijo de mi segunda mujer. Me llevo muy bien con todos.

—Eso no es tan fácil.

—Pues yo me llevo muy bien con todo lo ex, ja ,ja. En lo profesional también: la Xunta, la Semana Verde, el Dépor...

A usted siempre le gustó escribir.

—Ese es mi hilo conductor. Yo, si escarbo en mi vida me doy cuenta de la importancia que tuvo cuando gané el premio de redacción de Coca-Cola. Pasé de ser un tipo normal de la clase al que ganó el concurso. Creo que tengo la facilidad de expresar por escrito ideas, sentimientos... Y eso lo desarrollé escribiendo discursos al presidente de la Semana Verde. O a Fraga, que no me cambiaba ni una coma.

—¿Usted sigue escribiendo?

—Sí, sí. Hay veces que escribo hasta en la presentación de un libro porque una cara me ha evocado algo. En los momentos de encrucijada de mi vida me echo a la cuneta y provoco escenarios que me motiven. Escribir también es una terapia. Mis primeros poemas todavía tienen la tinta derretida por las lágrimas de mis primeros desamores.

—Se crea mejor desde el dolor.

—Totalmente, porque se convierte en una necesidad.

—De todos los sitios en los que trabajó, ¿dónde se divirtió más?

—En el Deportivo. Me marcó la vida. Allí jugaba un papel de descubridor. Me sentía como Indiana Jones. Iba descubriendo un mundo que desconocía y disfrutaba con el espectáculo. Tuve la oportunidad de participar en la creación de un fenómeno. Yo estaba al frente de la expedición del Deportivo después del penalti de Djukic y nos fuimos a Isla Mauricio.

—¡Vaya!

—Para la cena de aquel día había dos tartas: una de campeón y otra de subcampeón. Aquella cena fue un valle de lágrimas. Y para levantar el ánimo el patrocinador anunció un viaje a Isla Mauricio. Y fuimos.

—En El Corte Inglés desarrolló el ámbito cultural.

—Se cumplen ahora 25 años de su creación a cargo de Moncho Pernas, a quien considero mi padrino literario.

—Ha traído a muchos autores...

—Me acuerdo de traer a Saramago fuera de los circuitos tradicionales con el premio Arcebispo San Clemente. Lo convencimos para que firmara libros, pero aquel día murió Torrente Ballester, de quien era gran admirador y se fue a Ferrol. Fuimos a la gente de la cola, le cogimos el teléfono uno a uno y al día siguiente por la mañana los llamamos para que Saramago les firmara los libros. Cumplió como un campeón.

—Si hubiera podido traer a alguien vivo o muerto, ¿a quién hubiera elegido?

—A Pablo Neruda.

—No seamos tan profundos. Hábleme de su falta de pelo.

—Se lo debo a Loida. Fue un tema progresivo. Yo no me atrevía hasta que ella me dejó al 2 y luego al 0. Hice el test en casa y a mis hijos les encantó. Y desde ese momento fui mucho más competitivo en el mundo femenino. No se lo puede ni imaginar.

—El calvo absoluto, mejor que el semicalvo.

—Por supuesto. El semi está en un proceso de transición. Hay que tomar decisiones.

—Se lo pregunto porque es mi obligación, aunque no espero sorpresas: ¿Celta o Dépor?

—Pinche aquí [se señala el antebrazo]. Saldrá blanquiazul.

—Menudo disgusto el otro día.

—Sí, pero para los que ganamos y perdimos muchas veces, al final es una derrota. Me preocupa más el tema de fondo, el modelo.

—Elija unas pocas palabras para definirse.

—Leal, comprometido, creativo, inquieto y soñador.

—¿Sigue haciendo deporte?

—Sí. Y eso que me pegué un leñazo hace tres años con una bici de montaña. Me rompí la pelvis y el hombro y estoy encantado de haber superado ese tema. Sigo con la bici, camino y juego al pádel.

—¿En qué le gusta emplear su tiempo libre?

—Básicamente en leer y escribir. Y en viajar. Lo hago en compañía porque tengo la suerte de tener una mujer que tiene mis mismos gustos, así que somos cómplices. Me encanta descubrir para compartir.

—Y eso de «nunca vuelvas al sitio donde fuiste feliz», ¿lo comparte?

—Yo creo que el mundo es para los valientes y a mí me gustan esos retos.

—Pues dígame su sitio fetiche.

—Taramundi. Es un lugar de paseo y naturaleza, de soledad. Es que soy un enamorado del interior, de sitios como O Courel.

—Una canción

Have I Told You Lately? de Van Morrison.

—¿Lo más importante en la vida?

—[Tajante] El amor.