Atiborrarse por la noche afecta no solo a las digestiones sino también a la calidad del sueño. Descubrimos unos trucos para dominar la situación ante estos temidos atracones
Si eres de los que se despierta en mitad de la noche con ganas de asaltar la nevera y la despensa debes saber que hay solución. Hay ciertos trucos o consejos que ayudan a evitar este tipo de situaciones y que tal vez la mayoría desconozca. Lo primero que hay que hacer es detectar los motivos y es que despertarse por la noche con hambre se debe principalmente a dos factores: en general, los hábitos de alimentación y, en particular, lo que se come antes de dormir.
La falta de descanso y sueño de calidad está directamente relacionada con esos ataques de hambre debido a que nuestro cuerpo trata de paliar esa falta con comida por un descenso de lepatina, una hormona involucrada en la regulación del peso corporal.
El estrés es también es una causa adicional que hace que tu apetito aumente en general y especialmente durante la fase de sueño. Existen también motivos históricos por los que preferimos comer más de noche, como es la costumbre de almacenar grasa que practicaban nuestros antepasados y así rendir más al día siguiente. Ya para más inri, existen ciertos alimentos que al tomarlos por la noche pueden afectar también al ciclo del sueño y, por tanto, a su calidad.
Para evitar esta incómoda sensación y que tu cuerpo y mente descansen bien durante toda la noche se pueden seguir algunos consejos interesantes que te recomendamos seguir. Detallamos algunos de ellos:
Adelantar la hora de la cena
Aunque parezca contradictorio, si cenas antes te irás a la cama con la sensación de estar menos lleno, ya que ya habrás quemado cierta con cantidad de calorías y, por tanto, se habrá reducido la sensación de apetito.
Planificar la cena
Improvisar no es la mejor estrategia. Para evitar comer algo poco saludable o rápido cada noche por las pocas ganas de cocinar o por la falta de tiempo, te aconsejamos realizar un sencillo batchcooking de cenas con ingredientes saludables y ligeros una vez a la semana y así solucionar la tentación que pueda surgir por las noches.
No saltarse las comidas
Si a mediodía comes poco, llegarás a la hora de la cena con un hambre voraz y descontrolada. Consecuencia: acabarás ingiriendo más cantidad, algo que no beneficia en absoluto a tu metabolismo. No practiques ayuno de forma no controlada, ya que solo traerá consecuencias negativas.
Llevar un registro diario de rutinas alimentarias
Si anotas cada día el tipo de alimentos que consumes y tus hábitos, te resultará más sencillo detectar los fallos y cambiarlos o incluso consultarlos con un profesional. Si te levantas sin hambre, comes más en la segunda mitad del día y antes de acostarte te levantas al menos una vez durante la noche, es hora de ponerse alerta.
Apostar por ciertos alimentos para la cena
Un sueño más largo y profundo es posible si incluyes en tu dieta ácidos grasos insaturados, concretamente ácidos grasos Omega-3 y Omega-6. El pescado, los huevos, los lácteos, la avena, la carne de ave y los frutos rojos pueden tener efectos relajantes y por tanto reducir tu nivel de estrés. Puedes consumir fruta por la noche o prepararte una tostada ligera pero muy completa como esta de pera y requesón.
Hacer ejercicio y evitar distracciones
Si practicas algún ejercicio durante el día llegarás más cansado a la noche y, por tanto, dormirás mejor y seguramente sin interrupciones causadas por el apetito. Trata de crear un ambiente relajado antes de dormir, deja apartados los aparatos electrónicos e, incluso, prueba a meditar un poco en la cama para evitar el estrés. Notarás el cambio.
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