La clave radica en consumir menos alimentos hipercalóricos y decantarse por productos que sacuden el abatimiento físico y mental

Quizá todavía no hayas identificado los síntomas. Pero si te levantas cansado, a mitad del día te notas sin energía, sientes ansiedad o falta de apetito, es muy posible que formes parte de esa mitad de españoles que sufre astenia primaveral. El cambio de hora, los altibajos en las temperaturas y la modificación de la rutina diaria son factores que pueden influir en este cuadro de síntomas. No hace falta que te resignes y te limites a desear la llegada del verano. Puedes adoptar una serie de trucos prácticos que te ayudarán a llevar mejor este trastorno temporal. El primero pasa por la cocina.

En las etapas en las que nos sentimos más débiles, podemos incluir en nuestra dieta lo que se considera «alimentos antifatiga», productos que pueden constituir un gran apoyo para mejorar nuestro bienestar físico y mental. Tan solo es necesario preparar los menús de manera equilibrada y consciente. La clave radica en consumir menos alimentos hipercalóricos y en que haya una mayor presencia de frutas y verduras frescas.

Tres piezas de fruta al día. Selecciona las que más te gusten. Da lo mismo que sean plátanos, kiwis, naranjas o fresas. Lo fundamental es que adquieras la rutina, porque suponen un gran aporte de vitaminas, minerales y de azúcares que implican un chute de energía extra. La vitamina C está a nuestra disposición en infinidad de variedades. Si eres de los que nunca encuentra el momento, puedes intentar hacerlo más atractivo. Ten siempre un recipiente en la nevera con frutas lavadas y troceadas.  

brocheta verduras

Prepara a diario platos con vegetales de hoja verde: acelgas, espinacas, alcachofas, lechuga o espárragos verdes. Aportan fibra, ácido fólico, vitaminas del grupo B y minerales como el magnesio o el hierro de origen vegetal. Los expertos aconsejan consumir un mínimo de dos raciones al día y que, al menos, una de ellas sea en crudo, sin cocinar. Las ensaladas se convierten en una buena defensa contra la astenia primaveral. 

En tu menú semanal, marca en rojo entre dos y cuatro comidas. Son los espacios necesarios para las legumbres. Hay muchas razones que lo justifican. Son una fuente de proteínas vegetales, ricas en sustancias bioactivas, aportan cantidades considerables de minerales como el calcio o el magnesio y, al igual que los vegetales de hoja verde, están repletas de vitaminas del grupo B, cuyo déficit se relaciona con la fatiga. Ayudan a combatir el cansancio y refuerzan el sistema inmunitario. Alubias, lentejas o garbanzos... Todas sirven.

En tu cesta de la compra no pueden faltar los frutos secos: nueces, almendras, avellanas o pistachos. Son altamente energéticos y, por tanto, muy útiles para combatir la falta de energía. Se trata de productos versátiles y muy sencillos de introducir en la dieta diaria. Pueden convertirse en el complemento perfecto de las ensaladas de vegetales de hoja verde o, simplemente, el aperitivo que metes en el bolsillo para comer entre otras. Incluso puedes preparar recetas atractivas. Un truco es triturarlos para conseguir una pasta untable, de la textura de la mantequilla. Es ideal para la tostada del desayuno o para el bocadillo de la merienda.

Sacudirse el invierno puede ser divertido. Además de escoger alimentos clave, prueba a hacer recetas nuevas. ¿Qué tal un tabulé de espinacas con gajos de naranja? ¿Un guiso de tres legumbres? ¿O un revuelto de espárragos y bacalao? Los expertos aconsejan, además, sacudirse la pereza y participar en actividades dinámicas en grupo. ¿Te apuntas?