Feijoo, en perspectiva nacional

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

27 sep 2016 . Actualizado a las 08:31 h.

La política española echa fuego. Los socialistas están, como José Blanco. preguntándose a qué se espera para reaccionar. Pedro Sánchez sufre un triple martirio: el de las urnas, el de sus críticos internos y el azote de la opinión publicada que magnifica, y con razón, su sexto fracaso electoral. Si el PSOE va a regalar el poder al PP con sus peleas en unas elecciones repetidas, es mejor que se abstengan en la investidura y nos ahorren a todos el trabajo de volver a votar. La izquierda social se debate entre asumir el liderazgo de Podemos o resucitar a un difunto. El País Vasco, que votó la moderación de Urkullu, votó también por el llamado derecho a decidir y los españolistas PSOE y PP limitan su representación a 18 escaños en un Parlamento de 75. No se había visto un panorama tan intrigante desde el final de la transición.

Y en ese patio ardiente, donde Castilla-La Mancha provocó el siguiente incendio intencionado y sabe Dios los focos que faltan por prender, hay una personalidad que los militantes del PP de toda España deberían proclamar su «héroe nacional»: Alberto Núñez Feijoo. Su tercera mayoría absoluta, con aumento de votantes, roza el calificativo de épica en un país donde habíamos pensado que las mayoría absolutas se habían terminado para siempre. Y no considero preciso repetir que esa victoria es más meritoria si se piensa que se produce después de una etapa de ajuste económico, de sacrificios sociales y de imagen de corrupción que salpica a su partido.

Hoy, Núñez Feijoo ha dejado de ser solo presidente de Galicia para pasar a ser el referente del centroderecha español. ¿Más que Rajoy? Dejémoslo en tanto como Rajoy, con distribución de tiempos: Rajoy es el presente, Feijoo es la apuesta de sucesión. Pero el éxito de Feijoo ha sido, desde esa perspectiva nacional, la llave del cambio de clima político en España.

Hasta su victoria, el PP era un partido erosionado; tras su victoria, es una fuerza política renacida. Hasta su victoria, el PP quería gobernar en España aunque fuese en inestable minoría; tras su victoria, afirmo que el PP desea repetir las elecciones generales porque Feijoo y Galicia aportaron a la derecha un optimismo no visto desde el deterioro de Zapatero. Si una persona sirve así en bandeja un cambio de clima, se entenderá por qué sugiero que la militancia lo considere su héroe nacional.

Y anotado eso, anotemos algo más para lección en Madrid: la persona es mucho, pero no lo es todo. Ante las urnas se valora el grado de satisfacción popular, los daños provocados por los ajustes y su explicación, la comparación con otros gobernantes y tomar como propias las inquietudes de la sociedad. Eso, creo yo, es lo que le falta al PP español.