Mantenga los planos fuera del alcance de los niños (y políticos)

OPINIÓN

10 may 2017 . Actualizado a las 11:14 h.

Si hay algo que deberíamos haber aprendido en este país es que más vale mantener a los políticos alejados de mapas, planos y otros lugares donde puedan sacar sus lápices y empezar a imaginar infraestructuras. Cuando lo hacen, los proyectos resultantes suelen ser largos en ambición y cortos en viabilidad, más centrados en lo que les hace quedar bien que en lo que tiene sentido. En Asturias estos días, me temo, los políticos han estado jugando con lápices sin supervisión adulta.

La variante de Pajares es una de esas obras que tienen una historia larga. La obra está tomando su tiempo, merced de una geología difícil, un trazado complicado y algún ministro demasiado entusiasta a la hora de marcar plazos. Los túneles y sus accesos parece que finalmente estarán listos, tras 15 años de obras, el año 2020, dando a Asturias al fin un acceso ferroviario digno de ese nombre.

Tras dos décadas de planificación, movimiento de tierras y tunelado, lo mínimo que se puede exigir a los responsables de una infraestructura de casi 4.000 millones de euros es que tengan decidido cómo será su explotación. La variante reducirá el tiempo de viaje para trenes de viajeros de 65 a 12 minutos en este tramo, y de dos horas a 45 minutos para mercantes. El nuevo trazado es en vía doble, multiplicando por cuatro su capacidad. Gracias a sus menores pendientes, la nueva línea podrá ser utilizada por mercantes más largos y pesados. Queremos que toda esta capacidad adicional, todas estas nuevas prestaciones, sean puestas en servicio de modo que la obra tenga el mayor retorno posible.

Esta clase de planificación requiere un análisis complicado; la clase de problema técnico que requiere el trabajo de un grupo de expertos con años de experiencia en operar líneas de nueva construcción de altas prestaciones y su compatibilización con una red convencional a menudo obsoleta. Esta clase de conocimientos son relativamente inusuales ahí fuera, pero en España tenemos la suerte de contar con una agencia pública independiente, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), llena de gente muy lista que lleva 25 años haciendo precisamente eso.

Los técnicos del ADIF decidieron (probablemente hace 15 años) que la decisión más lógica para la variante de Pajares era que se construyera en ancho ibérico. Hay varios motivos que aconsejan esta decisión. Para empezar, esta es una de las pocas líneas de nueva construcción en España hecha para substituir una línea convencional saturada por sus abundantes circulaciones de trenes mercantes. El puerto de Pajares tiene 20 circulaciones de mercantes por sentido al día, y su revirado trazado de vía única hace que no haya sitio para mucho más. Los mercantes utilizan la red convencional, y esta red está en ancho ibérico. Dado que nadie en su sano juicio va poner en vía un bobinero de 1.000 toneladas con ejes de ancho variable (aunque es teóricamente posible, los costes de explotación serán mucho mayores), lo lógico es que la nueva línea que substituye un puerto saturado de mercantes utilice el ancho de vía que estos trenes necesitan.

Segundo, cualquier tren de viajeros que circule entre León y Asturias va a tener que cambiar de ancho en algún momento, ya que la línea nueva sólo llega hasta Pola de Lena. El dilema, por lo tanto, no es si los hipotéticos AVE hacia Oviedo o Gijón serán en ancho UIC (europeo) o si relega la ciudad a los Alvia de ancho variable, sino si el intercambiador será en León (donde acaba la línea actual, y el terreno de orografía favorable) o en Pola de Lena, una vez cruzado el puerto.

Si dejamos el trazado en ibérico, la explotación de la línea es muy sencilla: los Alvia de Madrid llegan a León y cambian de ancho. De León a La Robla, los trenes circularán por la vía convencional actual, una vía doble apta para circular a 160 Km/h con un trazado bastante decente. Llegados a La Robla, los Alvia abandonarían la vía actual y entrarían en la variante, donde podrían circular a 220 Km/h hasta Pola de Lena. Los mercantes harían exactamente el mismo recorrido, sólo que circulando a 100 ó 120, según el tipo de tren.

Construir los túneles en ancho internacional introduce varios problemas. Primero, entre León y La Robla la vía actual no vale; hay que instalar tercer carril. Esto no haría nada por la velocidad máxima de los Alvia, pero encarece de forma considerable el mantenimiento y la explotación de la línea. De La Robla a Pola de Lena, los mercantes se verían obligados a seguir utilizando la durísima, obsoleta y saturada línea convencional, ahora un poquito más vacía al no tener Alvia, pero con los mismos tiempos de viaje y costosas dobles tracciones. Los Alvia, mientras tanto, podrían circular a 250 Km/h por el túnel, ahorrando hasta dos minutos de tiempo de viaje gracias al incremento de velocidad.

La segunda opción, además de negar las ventajas de la nueva obra a mercantes, es considerablemente más cara. Tener la vía de la variante en ancho UIC exige montar 20 Km de tercer carril entre León y la Robla, construir un cambiador de ancho nuevo en Pola de Lena (en una playa de vías escasa de espacio e imprescindible para los mercantes esperando turno para subir el puerto), renovar la línea convencional actual, que se está cayendo a pedazos, y seguir pagando su mantenimiento por tiempo indefinido. Son 240 millones de euros adicionales sólo en obras de aquí hasta el 2020, más el coste de mantener dos trazados, más un montón de dificultades absurdas a la explotación. La única buena noticia, si es que hay alguna, es que los aficionados al ferrocarril podríamos seguir disfrutando de la vetusta, impráctica y preciosa rampa de Pajares durante muchos años. Por muy feliz que esto me haga, no creo que hacer felices a cuatro frikis justifique el gasto de 240 millones de euros.

Por desgracia, los políticos del PP y del Foro de Asturias tienen la extraña creencia que «si no es en ancho internacional no es AVE», y han acordado adoptar la segunda opción. En vez de tomar una decisión basándose en los criterios puramente técnicos de ofrecidos por los técnicos del ADIF que señalan que hacer la obra en ancho ibérico es más barato, permite una mayor flexibilidad en la explotación, cuesta menos dinero, no aumenta los tiempos de viaje y elimina un cuello de botella importante en la red ferroviaria española, los políticos han abrazado una opción que no aporta nada ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo. Todo por la absurda, insistente, irracional quimera que si no llega el ancho UIC a algún sitio el AVE nunca se construirá después.

La realidad es que nunca nadie en el ADIF ni en Fomento se ha planteado ni se va a plantear seriamente hacer una línea de alta velocidad nueva entre Pola de Lena, Oviedo y Gijón, y probablemente no se vaya a construir nunca. La orografía es atroz, el número de viajeros limitado y la reducción de tiempos de viaje sería escasa (15 minutos entre Madrid y Oviedo), así que se seguirá usando la vía actual, con variantes, hasta que sea imposible meter en ella un solo tren más. La línea entre Asturias y Madrid tenía dos puertos complicados que necesitaban variantes, Navacerrada y Pajares, y un largo tramo llano donde tirar una LAV era fácil y barato entre ambos. Esas son las obras que tenían sentido hacerse y se han hecho, y es muy dudoso que vaya a construirse nada más.

La decisión de montar ancho internacional en los túneles de Pajares es un claro ejemplo sobre por qué los políticos nunca, nunca, nunca deben tomar decisiones técnicas, ni deben negociar cuestiones sobre circulación ferroviaria en unos presupuestos. La opción escogida parte de ideas erróneas, prejuicios absurdos e ideas mal entendidas, implica tirar 240 millones de euros a la basura y empeora de forma significativa la explotación de la red.