Rato es el nuevo compi yogui

OPINIÓN

30 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Un compi yogui de Rodrigo Rato un poco cabroncete no deja pasar la oportunidad: ni relajación, ni enemas de agua salada, ni leches, saca el móvil y graba al exmejor exministro de Aznar, en chándal y calcetines intentando tocarse las puntas de los pies. Sin mucho éxito, hay que decir. Rato intenta aplicarse un retiro espiritual fofisano y vegetariano en un centro budista de Madrid pero ni aún así escapa de sus demonios. Al parecer ya no está de moda refugiarse en los brazos de la santa Iglesia para expiar pecados, sino en los más blanditos y permisivos de Siddharta. Debe de ser que hay pecados que sólo los perdona la extrema paciencia oriental, o que Rato teme un rayo divino y olor de azufre en la retambufa si traspasa un dintel sagrado de los de aquí. El caso es que ha seguido los pasos del famoso compi yogui de la reina Letizia, el tal López Madrid, otro presunto amigo del trapicheo financiero a gran escala. Tanto yoga de alcurnia empieza a ser sospechoso, como de preparación precarcelaria. Igual hay cursos especiales de respiración para imputados; al paso que vamos es un negocio tan jugoso como el de los chándales.

Rato susurra entre contorsiones y cánticos a boca cerrada, a quien quiere escucharle, que no duerme, que está como ansioso sin razón. Que hay gente ingrata que le acusa de haberle estafado los ahorros de su vida en Bankia, como si él supiera lo que se hacía en Bankia, salvo para usar las tarjetas negras. Le insultan por la calle, le llaman cosas horribles. Que se le aparece la imagen de Montoro en duermevela y su terrible voz de teleñeco le destroza el karma. Sin embargo, al poco mira a su alrededor y no encuentra más que un tío con un móvil que simula hacerse un selfie y que en realidad está capturando su alma y subiéndola a twitter, así que olvida el veganismo y los estiramientos y se da el piro. No termina el retiro, no le cunde, se agobia más. Aún peor: siente su dinero más amenazado, la cartera le da palpitaciones.

Es que cometer todas las tropelías que sospechan jueces y fiscales conlleva muchas tensiones en el cuello; es todo uno saberse imputado y darse al consumo de orfidales. Da pena ver caído y sin posible relax budista al hombre que perseguía con celo a los infractores fiscales y trabajó con ahínco para generar la mayor burbuja económica del último siglo, ese que saltó a la liga de las estrellas del prestigioso FMI y poco después salió eyectado, el que agitaba a un tiempo la papada y la campana de Bankia en la bolsa, ese fistro económico. Está pensando que igual prueba con el Reiki por youtube en casa.