Las cuencas se quedan huérfanas de ideas

OPINIÓN

21 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

De nuevo va a recibir fondos mineros Asturias y de nuevo, tiene toda la pinta, los va a desperdiciar en chucherías, en proyectos que no llevan a ninguna parte. Lo que debería ser un dinero destinado a revitalizar el empleo en las castigadas cuencas, a apoyar el resurgimiento de una nueva forma de economía, se va a invertir, según parece, en «infraestructuras y restauración». Pero Asturias no necesita asfaltar todas las caleyas de pueblos y ciudades que pronto quedarán vacíos porque los jóvenes se van; no necesita pintar fachadas y arreglar aceras igual que si fueran de tramoya, vacíos por detrás.

Al contrario, ese gasto no hace más que generar nuevos gastos de mantenimiento, lo que se traduce en dinero desperdiciado al cabo de pocos años de abandono. El escenario que queda es muy obvio:  Carreteras y polideportivos que no se usarán y acabarán engullidos por la maleza, edificios fantasmales, muertos antes de ser inaugurados. Toda esta ceguera es la herencia maldita del villismo y el SOMA, donde los dirigentes mineros quieren mandar sin haber sido elegidos por la gente para ello y donde todo alcaldín quiere morder un trozo de la tarta y engullírselo sin que aproveche a nadie más.

Sólo hay un camino, o tal vez dos, para la supervivencia de las cuencas. El primero es convertirse en un gran parque temático de sidrerías, hoteles y museos semivacíos. La inversión real necesaria en este caso para recuperar paisajes, rutas, ríos y pueblos sería tan colosal que resulta casi incalculable. El segundo, el más racional, puede que en realidad el único, sería utilizar ese dinero para fomentar la creación de empresas, de proyectos que fijen la población e incluso la hagan crecer: créditos a emprendedores, facilidades para establecerse, incentivos con la exigencia de resultados, colaboración con la Universidad de Oviedo. Claro que implica que nadie va trincar a corto plazo licitaciones, que tanto ayudan electoralmente y al bolsillo de unos pocos. En Asturias sigue faltando imaginación y sobrando aldeanadas.