Rosa María Mateo

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

27 sep 2018 . Actualizado a las 07:53 h.

Rosa María Mateo es un tótem de RTVE de la época en la que solo había una televisión y en la pequeña pantalla aparecían rostros populares como el suyo o el de Mari Cruz Soriano y su piano. Nada que objetar a su elección como nueva administradora única y provisional del ente (presidenta de facto), pese a las dudas que suscita la capacidad de gestión de alguien cuya faceta más conocida fue presentar las noticias del Telediario y los reportajes de Informe Semanal.

Tampoco voy a objetar nada a su supuesta independencia; desde luego, no me parece una mujer que se deje manipular y en antena siempre reflejó un aura de seriedad y una personalidad muy marcada. Pero si un hombre se hubiera dirigido ayer a los parlamentarios de la forma que lo hizo Mateo, las acusaciones de prepotencia y machismo se escucharían en la Cuba del difunto Fidel Castro, a quien, por cierto, entrevistó.

Al más puro estilo Aznar, espetó «nadie me va a dar órdenes, ni ustedes ni nadie», y luego se descolgó con eso de que «los cambios son habituales en las empresas públicas y privadas». Efectivamente, eso pasa en las mejores familias, digo empresas, lo que no es tan normal es que cargos de responsabilidad sean relegados a tareas propias de un becario. Eso se llama purga, aquí, en Cuba y en Corea del Norte.

Pero en fin, lo justo es juzgar a Mateo por su trabajo, y, dejando aparte el cese de 38 directivos, yo me quedo con algunos detalles que revelan el cambio de timón y la independencia de la máxima responsable de la televisión pública. Por ejemplo, la contratación de Rosanna Zanetti (esposa de David Bisbal), Lourdes Montes (ídem de Fran Rivera) y Julián Contreras Jr. (hijo de Carmina Ordóñez) como colaboradores en el programa Corazón. Porque ellos lo valen y con el dinero de todos los españoles. Para esto no hacía falta cargarse el programa de Cárdenas.