Tino Pertierra, el buen ejemplo de un hombre «pequeno» en la Asturias Rural

OPINIÓN

22 oct 2018 . Actualizado a las 16:51 h.

Nació en una aldea cercana a La Espina llamada Ovés, y en sus seis décadas de vida Tino Pertierra dio varias vueltas al mundo, gracias a sus variadas actividades y aventuras empresariales. Y aunque la solvencia de sus proyectos le hubiera permitido vivir donde quisiera y como quisiera, su opción siempre fue Asturias, y dentro de Asturias, el occidente, siempre el occidente. Porque el estilo de vida de la dulce Azucena, su fiel compañera, y de Tino es la vida rural asturiana, en su esencia más pura, más sencilla, más auténtica. Amantes de lo natural cien por cien, Tino y Azucena, Azucena y Tino son conscientes de que la única caleya posible para transitar con serenidad en medio de un mundo desnortado y enloquecido es el esfuerzo feliz en una recóndita aldea de Asturias, de una Asturias que languidece sin regeneración demográfica posible.

Y como los dos tienen una acusada sensibilidad artística, la última cruzada cultural que han emprendido por su Asturias del alma, es embarcarse -nunca mejor dicho viviendo a escasos metros del Narcea- en la creación del grupo teatral Ovés. Tino es el líder natural de un grupo, que siendo versátil en la elección de sus obras y en la factura interpretativa, nació con vocación de revitalizar el teatro costumbrista asturiano, un género que muestra como ninguno lo que fue la filosofía de vida de un realidad que debería ser patrimonio intangible de la Humanidad: la de las aldeas de Asturias. Porque además, el teatro costumbrista asturiano lanza mensajes de calado sobre los grandes dilemas universales del ser humano a través de un sentido del humor identitario y singular, que lleva el sello inconfundible Made in Asturias.

En esta aventura Tino y todo su equipo navegan, con la firme intención de llevar la cultura asturiana a todos los lugares que pueden. Son rigurosos en los ensayos, y cuidadosos en la escenografía y en la elección de las obras a representar, y su mayor satisfacción es hacer reír y llorar de emoción. De momento, llenan los teatros en los que actúan, y con un público talludo pero apasionado, hacen patria con total convicción, para que el mundo no olvide de dónde venimos, y pueda cuestionarse qué está pasando para que se haya quebrado la cadena de la memoria histórica, y el mundo rural asturiano esté al borde de la extinción definitiva. Como los de Ovés son de la Asturias occidental, su inquietud y su lucha adquieren un sentido más simbólico aún, porque precisamente el occidente astur es el gran olvidado entre los olvidados. Quizá el talante discreto y el espíritu sufrido de estas gentes haya tenido mucho que ver en que ni dios haya reparado que un inmenso legado cultural, natural y medioambiental está a punto de ser engullido por la gran maquinaria de intereses políticos globales, totalmente ajenos al bienestar de la Humanidad rural.

Y si en algo Asturias puede ser líder es en la gran riqueza de su mundo rural. Pero eso ya da igual, porque el arroz se nos pasó hace mucho tiempo. Un sábado de octubre de 2018, los de Ovés se plantaron en Candás para representar la obra «Después de vieyos, gaiteros», de Eloy Fernández Caravera (un clásico del costumbrismo asturiano), y hubo lleno en el Teatro Prendes. Tino apareció en escena con su perro Lolín, que se comportó como un actor de primera, y todos a una fueron capaces de crear una atmósfera de autenticidad y naturalidad envolvente y muy asturiana. Cuando decido caminar hacia el Occidente, siguiendo los pasos de mi señor D. Alfonso II al dibujar el Camino de Santiago, y hago una parada en La Rodriga para ver a Tino y Azucena, mi corazón alberga de manera fugaz la esperanza de que no todo está perdido aún en las aldeas de Asturias…