Si fuera Nadal, sería...

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

KAI PFAFFENBACH | Reuters

11 jun 2019 . Actualizado a las 13:51 h.

Si fuera un superhéroe, sería Thor, porque su raqueta tiene la contundencia del martillo de Thor. Si fuera pintor, sería Jackson Pollock, porque su intensidad deshace al rival con brochazos de salvaje expresionismo abstracto por todas las esquinas. Si fuera músico, sería Metallica sin duda. Él solo, la banda entera. Los decibelios que le imprime a la pelota de tenis hacen que la música del grupo norteamericano de thrash metal parezca una canción de cuna o una balada country. Si fuera escritor sería Thomas Bernhard. Su insistencia es como la prosa desesperada del austríaco. No deja oxígeno al rival, al lector. No hay manera de pararle. El tercer y el cuarto set del domingo contra Domenic Thiem fue la ciclogénesis explosiva. Nadal se desató y no hubo más. Cuando el jugador se pone en plan monologuista es el humor lo último que aparece en la cara de su contrincante. Nadal, con el tiempo, sabe tanto de tenis que es muy difícil engañarle. El que crea que se trata de músculo está muy equivocado. Nadal no lee los partidos: los recita. Conoce los atajos hacia la red y cómo a veces es muy necesario emboscarse al fondo de la pista. A Federer, un genio, lo desesperó con un tenis alto y lento. Cada pelota que le llegaba al dandi suizo, Federer tenía que desbrozarla para intentar devolvérsela a Nadal. ¿Qué es lo mejor que podemos aprender de este campeón? La respuesta es sencilla. Una de las cualidades más importantes de la vida: la autodisciplina. La disciplina impuesta es una de las grandes mentiras. La gente no cambia. Disimula, pero no cambia. Como escribió el citado Bernhard, lo más importante, lo único relevante, lo que nos diferencia, es la autodisciplina. Lo que somos capaces de exigirnos nosotros mismos. Y Nadal es el arquitecto de esa catedral. Esa fuerza interior para no decaer nunca es la lava que lo arrasa todo. No es fuerza física. Es potencia mental.