«Snobs»

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer I Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

Raúl Caro

26 jun 2019 . Actualizado a las 14:44 h.

En el siglo XVII las Universidades de Oxford y Cambridge anotaban en los listados de estudiantes el epígrafe sine nobilitas para distinguir a los estudiantes plebeyos que ingresaban en ellas de los provenientes de alta cuna. El término derivó en la contractura snob que aprobado por la RAE viene a definirlo como aquellas gentes adornadas de cierta excentricidad.

 La decadencia de la nobleza propició que los plebeyos adinerados copiaran los usos y maneras de los nobles, dando lugar a reinterpretaciones más o menos acertadas de su forma de vida; una de ellas fue el esnobismo, que viene a ser un estilo más o menos hortera de distinguirse.

Lampedusa relata espléndidamente en El Gatopardo las vicisitudes de este tipo de gentes que hacen lo que sea necesario para diferenciarse del común del resto imitando los usos aristocráticos.

El apunte viene a cuento tras ojear las fotos de la boda de Sergio Ramos y Pilar Rubio en las revistas del corazón que suponen el paradigma de lo snob y lo hortera a partes iguales.

La feliz pareja de origen humilde y tatuajes imposibles, príncipes de la famocracia -versión actual de la nobleza- no dudaron en poner en escena el prototipo de lo snob/hortera. Casarse en la regia catedral de Sevilla vistiéndose para la ocasión con una elegancia a lo gipsy king, un ramo de flores negras y un parque de atracciones abriendo el baile, es el esnobismo llevado a su esencia.

Un formato de boda real en la que los novios pusieron su toque de distinción sustituyendo la carroza y el Bentley por en dragón de Khaleesi, el vals por el heavy metal, el Bridge por los coches de choque y el champagne por el cubata.

Los invitados no desmerecieron en nada la estética snob de los novios.

 Fue desmedido.