Rumbo a la Luna

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

NASA

18 jul 2019 . Actualizado a las 08:25 h.

https://apolloinrealtime.org/11/

Corten y peguen este enlace en su navegador y dispónganse a vivir la aventura del Apolo 11 en primera persona, la misión completa desde un minuto antes del lanzamiento hasta el amerizaje en el océano Pacífico ocho días después. En medio, todos los hitos y complejidades de la que ha sido probablemente la mayor aventura en la historia de la humanidad. Poner un pie en la Luna fue lo más significativo, lo que se llevó todos los focos y pasó a la historia, a pesar de que fue lo más sencillo. Antes y después, un cúmulo de complicadas operaciones, maniobras y cálculos, tres vidas pendiendo de un hilo, pero un hilo de acero -o de grafeno, todavía más resistente- gracias a la tecnología, a la preparación y al valor.

Retrocedamos al despegue, en la punta de un coloso de 110 metros de altura, el cohete Saturno V. Un monstruo de casi 3.000 toneladas, de las que 2.000 correspondían al combustible de la primera etapa. Oxígeno líquido y queroseno quemados a 7.300 litros por segundo para alimentar los cinco motores más potentes construidos jamás. Las plataformas de lanzamiento de Cabo Cañaveral tienen un enorme foso para contener las tremendas lenguas de fuego que se producen al final de la cuenta atrás; no se ven, pero unos gruesos surtidores bombean miles de litros de agua para evitar que todo salte por los aires. Walter Cronkite aseguró que el rugido del cohete en ese instante era mayor que el producido en alguna de las pruebas atómicas que presenció.

Así que imaginemos a Armstrong, Aldrin y Collins con esa presión detrás, y todo lo que viene a continuación: en dos minutos y 42 segundos, el encendido de la segunda etapa (más oxígeno e hidrógeno líquidos), y a los nueve minutos y doce segundos la tercera; la entrada en órbita, la inyección trans-lunar (poner rumbo al satélite a 45.000 kilómetros por hora), la maniobra de transposición del módulo lunar (hay que darle la vuelta y colocarlo delante del módulo de mando), el alunizaje en el punto exacto y con el combustible justo... Trayectorias, órbitas, correcciones. Y luego despegar y volver a encontrarse con Collins, el hombre que más aislado ha estado nunca, dando vueltas allí arriba y pasando por la incomunicada cara oculta de la Luna.