Lo más de la libertad, y los neoliberales en Madrid

Uxio Labarta
Uxío Labarta CÓDEX FLORIAE

OPINIÓN

22 ago 2019 . Actualizado a las 10:25 h.

Una de las más claras conquistas del neoliberalismo popular de Esperanza Aguirre fue el Tamayazo, aquel 10 de junio de 2003, que bien podría convertirse en otra fiesta del nuevo Madrid, como el 2 de mayo. Aquel oscuro episodio de tránsfugas del PSOE, nunca explicado por los socialistas, que permitió a la derecha madrileña asentar su libertad amenazada. Una libertad que hizo de un parque urbano un campo de golf, expolió el Canal de Isabel II, creó y usó Avalmadrid y otras fundaciones publico privadas, anunció la ciudad de la Justicia y su agujero negro de dinero público perdido, o permitió la venta de viviendas públicas protegidas a fondos buitres, que las descarnaron de toda finalidad social, y un etcétera inabarcable. Que veinte años son muchos, y los que seguirán.

Si se esfuerzan, podrán recordar todo lo que hicieron por la libertad Esperanza Aguirre, Granados, González, Cifuentes e incluso el efímero Garrido, hoy liberal -a fuer de tránsfuga o traidor según su excorreligionaria Ayuso respecto de Errejón- en Ciudadanos. Lo que le permite ser consejero en el gobierno de la Libertad de Ayuso. Un consejero que liga bien con su nuevo correligionario, el empresario y político Marcos de Quinto, esforzado paladín de la libertad, por más que un punto supremacista e inhumano en las redes sociales. Lo que le ameritó para ocupar plaza principal en el sanedrín de Rivera, en búsqueda atormentada de la primacía de las derechas.

Un consejero más, cuota por el afán regenerador de Rivera, entre consejeros de un gobierno madrileño de las tres derechas. Acompañado por aquel juez de soportada carrera popular, desde el Consejo General del Poder Judicial al Tribunal Constitucional, recusado en los affaires judiciales populares de Bárcenas y Gürtel porque era lo que parecía, como confirma su nombramiento ahora como consejero de Justicia. Y por aquel otro consejero liberal de Esperanza Aguirre, que vio interrumpida su carrera al querer privatizar seis hospitales públicos madrileños, incorporado ahora con Ayuso para comandar el florecimiento madrileño de la libertad, en su caso fiscal. Si bien en esto de dinero e impuestos las dos derechas, populares y riveristas, solo ven desigualdad en el régimen foral, perversa siempre en el País Vasco, y dependiendo, si gobiernan ellos o los otros, en Navarra, no en un paraíso fiscal.

Todos ellos en un Gobierno que promete hacer libres a los madrileños, luego de 24 años de gobiernos populares. Por más que la realidad pudiera estar más próxima a aquella libertad que sentían los toscanos que compusieron El engaño de la libertad explicado a los pueblos oprimidos, una canción de resistencia a la invasión napoleónica que Oriana Fallaci transcribe en Un sombrero lleno de cerezas, y que termina Oh, qué hermosa libertad/ Oh, qué triste libertad/ qué engañosa libertad. Sobre todo, cuando se empeñan en prometernos «lo más» de la libertad.