...Madrid se ha convertido en objeto de debate en las redes durante las últimas semanas. Una palabra, «madrileñofobia», ha acaparado titulares y se ha convertido en tendencia. ¿La razón? En primera instancia, algo tan humano como el miedo al covid-19 y los recelos ante posibles brotes causados por la movilidad entre comunidades, verbalizados por presidentes que suelen ser prudentes, como los de Asturias y Galicia.
En segunda, las fricciones y rencillas estimuladas por dos estructuras superpuestas: por un lado, el modelo radial y sus flujos centrípetos; por el otro, esa realidad tan poco apreciada en algunos ombligos peninsulares que es la llamada España plural. ¿El resultado? Tensión y mucha gente que se declara ofendida.
Yerran los que atribuyen el alboroto a supuestos prejuicios atávicos de la periferia hacia el centro. Una constante -la condición capitalina de una ciudad abierta y hospitalaria, Madrid- no puede explicar una variable, la escalada actual. Conviene poner el foco en la actuación de las élites, en los mensajes y la imagen que proyectan fuera dirigentes como Isabel Díaz Ayuso, la mejor representante del trumpismo en España. Sus salidas de tono, los excesos verbales y las ocurrencias a diestro y siniestro pueden servir para tapar una mala gestión, pero no salen gratis. Vivir en la polémica y votar a populistas tiene un coste. Y se paga con reputación. Se rasca el bolsillo, como casi siempre, la ciudadanía.
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