Es verdad: pagan los de siempre

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

01 jul 2020 . Actualizado a las 08:59 h.

Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) estaban previstos. Sabíamos que el Producto Interior Bruto (PIB) había caído más de un 5 por ciento en el primer trimestre. Sabemos ahora que el segundo será mucho peor, porque ha sido el tiempo del estado de alarma. Era previsible una caída del consumo, porque la gente confinada no gasta. Había que contar también con la subida del gasto público, porque hubo que pagar acciones sociales imprescindibles. Y resulta natural el aumento del ahorro de las familias, pero no ha sido por un aumento de ingresos, sino por miedo: cuando hay miedo al futuro, se trata de afrontarlo metiendo en la hucha lo que no se pudo o no se quiso gastar. He ahí otra prueba de lo asustada que está la sociedad.

También el Banco de España presentó su informe anual y confirma lo que ayer escribíamos: ya hay gente que, en contra de los propósitos del Gobierno, se ha quedado atrás. Lo que sorprende es la concreción: han sido las mujeres y los menores de 35 años quienes más han sufrido las primeras consecuencias de la crisis. Agravémoslo un poco más: los grandes perjudicados han sido quienes tienen rentas más bajas. Es decir, los más pobres. Es decir, «los de siempre». Parece una condena: da igual quien esté en el poder. «Los de siempre», los que no tienen ahorros para una emergencia, los que sufren para llegar a fin de mes, son las víctimas de las grandes recesiones. En este caso han sido los primeros. Y ni siquiera tienen la esperanza de una próxima mejora: en los trimestres inmediatos es previsible un aumento todavía mayor de la desigualdad social.

Esa es la descripción de la realidad del país cuando empieza el tercer trimestre del año, ya con libertad de movimientos, con lo cual algo tiene que mejorar la situación. Ahora se impone la urgencia de las soluciones; las técnicas y las políticas. Las primeras están sugeridas por el Banco de España: continuar las políticas de protección, aunque suponga aumento del gasto en el corto plazo; subir impuestos como instrumento de justicia fiscal (expresión de Pedro Sánchez) y para que no se dispare el déficit; prescindir de gastos públicos improductivos; promover el empleo y proteger el tejido empresarial, porque como las empresas empiecen a derrumbarse, el desastre total está garantizado.

¿Y las políticas? Esas no están en ningún libro. Yo solo digo una cosa: si los jefes del gobierno y de la oposición no se han llamado ayer para concertar una cita, es que han perdido el sentido de su responsabilidad.

Si los líderes de todos los partidos aparcan sus pequeñas batallas para atender a lo que va a sufrir este pueblo que les vota, es que no merecen la confianza social. No puede ocurrir que el país se hunda y se haga injusto ante sus ojos y ellos estén a lo suyo. Y esto vale para la derecha, para la izquierda, para el centro, para los independentistas y para quien tenga cualquier representación popular.