08 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

A raíz de la pandemia del COVID-19, y también del éxito obtenido en sucesivas elecciones europeas de la denominada Ola Verde, muchos partidos se están apuntando al Green New Deal (Nuevo Pacto Verde), que por cierto ya presentó el Partido Verde al Parlamento Europeo en 2011. Esto sucede después de décadas de acusar a los partidos Verdes bien de ingenuidad en el mejor de los casos, o bien de querer acabar con el empleo, en el peor de ellos.

Hemos tenido que oír a izquierda y derecha todo tipo de acusaciones, con un argumentario oscilante entre la necedad y la sandez, por poner sobre la mesa temas como los efectos del cambio climático sobre la población, la soberanía alimentaria, la pérdida de biodiversidad, la horizontalidad de los partidos, las listas cremallera, etc.

Ahora que nuestro futuro como especie está ya evidentemente en entredicho, algunos partidos están haciendo un corta-pega de nuestras propuestas de manera oportunista y superficial, combinando de modo incongruente Green New Deal con crecimiento económico ilimitado; y proponiendo sobre la marcha medidas que llaman verdes pero que arruinan al territorio y a quienes lo habitamos. El caso de Asturias es bochornoso, pues se promociona el Paraíso Natural, mientras en la práctica se ejecutan medidas políticas que lo destruyen y empobrecen.

Desde algunos partidos y coaliciones se atreven incluso a apropiarse literalmente (llámese plagio o como se quiera) de nuestras propuestas, y lo hacen al mismo tiempo que -desde la intolerancia- nos acusan de traidores con la intención de desprestigiarnos, por el gran delito de llevar a la práctica las decisiones tomadas de forma democrática por nuestras bases.

Ya en otro nivel están los ultras de derechas que esconden detrás del color verde su odio (uno, grande y libre) a las personas y al planeta, su clasismo, que defiende los privilegios de los ricos, y por supuesto su extremismo ultracatólico. Su logotipo debería ser negro.

Pero las políticas verdes no son solo un color, ni un slogan electoral, tampoco una pose, ni una limpieza de cara, ni una moda. Se basan en certezas científicas -cambio climático, destrucción del territorio, etc. - ; en una filosofía muy clara, que es el Ecofeminismo Pacifista; y en opciones políticas explícitas como son: Renta Básica Universal, Empleo Sostenible, Igualdad de Derechos para todas las personas, Federalismo, Republicanismo, Laicismo, en Asturias Cooficialidad... entre otras.

Hay que recordar que los partidos verdes genuinos tienen una estructura en su organización basada en la horizontalidad y la transparencia, la rotación de cargos, el liderazgo compartido, la inteligencia colectiva, la equidad y el buen trato, que se aleja de lo que ocurre en la mayoría de los partidos tradicionales.

El tiempo nos ha dado la razón. Razón que de nuevo, y con muy poca honestidad por cierto, se intenta rentabilizar y desvirtuar.

Esto no va de acogerse a una Moda Verde, va de Democracia Real, de Calidad de Vida y de un presente y futuro dignos para todas las personas y para el planeta.