La p con la u, pu

Eduardo Morán

OPINIÓN

En Cataluña hay algo un millón de estudiantes en la escuela obligatoria, de los que unos 665.000 están en la pública y 335.000 en la privada
En Cataluña hay algo un millón de estudiantes en la escuela obligatoria, de los que unos 665.000 están en la pública y 335.000 en la privada

01 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La pandemia aletarga el terror nacionalsocialista catalán que, no obstante, de tanto en tanto, asoma su cabeza de Medusa para coger aire. Esta semana tomó dos bocanadas. La primera: Pedro Aragonés, presidente en funciones de la Generalidad, aprovechó una videoconferencia acerca del drama vírico europeo entre los dirigentes autonómicos (todos, al fondo, tienen colocada la bandera propia junto a la nacional, excepto Urkullu y Torra antes y Aragonés ahora, que solo exhiben la de su «país»), Pedro Sánchez y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. En un momento de la conversación Aragonés le pidió a Leyen que intercediese por Cataluña ante la «repressio» del Estado español. La segunda: Puigdemont y Torra vociferaron también «repressio, repressio» tras la detención de algunas decenas de relevantes individuos del independentismo acusadas de desviar fondos públicos para sufragar el palacete de Carlos Puigdemont en Waterloo, organizar el «Tsunami Democrático» y otras actividades salvajes, además de blanqueo de capitales y prevaricación.

Pero la Medusa, al margen de salidas esporádicas, no descuida su labor cotidiana de envenenamiento, como es el muy «pedagógico» programa educativo catalán que desde La Moncloa no se frena aun siendo anticonstitucional y de la misma raíz de la que brota el islamismo. Basándonos en lo sabido y en algún episodio reciente, compondremos un cuentecillo (en catalán el original); o sea, no real, pero tampoco exactamente irreal.

Cuentecillo

--Buenos días niños y niñas.

--Buenos días profe.

--¿Qué?, ¿cómo habéis pasado el verano?

--¡Bieeen!

--Estupendo… Bueno, mi nombre es Nuria, pero con una rayita al revés en la u. Lo escribiré en el encerado: Nùria. Y mis apellidos son García Fernández. Y ahora, niños y niñas, abrid el cuaderno por la primera lección.

-- Valeee, profe.

--Empezamos. Decid conmigo: la p con la u, pu, la t con la a, ta, la e con la s, es, la p con la a, pa y la ñ con la a, ña. Ahora, todo corrido: pu-ta- es-pa-ña.

--Profe… -un niño alzó un brazo.

--Sí, dime.

--Mi madre dice que no diga puta porque es pecado.

--Tiene razón tu madre, es un pecado muy gordo, pero solo cuando se utiliza contra quien no lo es. Por ejemplo, ¿creéis que yo soy una puta?

--No, usted no es una puta -respondieron los pequeños (y las pequeñas).

-- Entonces, como yo no soy una puta, quien me lo llame estará cometiendo un pecado. ¿Lo entendéis?

--¡Sííí!

--Profe, profe, Idia es hija de un guardia civil.

-- Vaya, vaya, con que tenemos a la hija de un represor -dijo la maestra, que se dirigía hacia el pupitre de Idia y, una vez a su lado--: Tu papá es un asesino, un criminal que tortura a la gente de Cataluña que, democráticamente, eligió ser un país libre, independiente de los asquerosos españoles de mierda, gentuza a la que tú perteneces y yo no quiero en mi clase -y cogiéndola por una de las orejitas, la levantó de la silla, medio la arrastró hacia la puerta del aula, que abrió, y, de un empujón, la tiró al pasillo.

Cuando cerró la puerta y avanzó hacia su mesa mascullando «a saber las ideas torcidas que a esta putilla española le estarán metiendo los cabrones de sus padres; ¡joder!, ¿y de dónde habrán sacado ese nombre, Idia?» ... Pero una vececita la arrancó de tan hondas reflexiones: «Profe, ¿qué significa la palabra democráticamente?».