Cayendo en picado

Ana Oramas
Ana Oramas TRIBUNA

OPINIÓN

Patricia Urquijo A.

06 dic 2020 . Actualizado a las 10:12 h.

La economía de Canarias era un avión que volaba con un solo motor. En marzo pasado, el coronavirus lo hizo estallar. Hoy, ocho meses después, 2.200.000 pasajeros observan cómo ese avión se desploma lentamente, dejando un rastro de pobreza y paro.

Más de 600.000 personas dependen, directa o indirectamente, de la venta de servicios turísticos que facturan 16.000 millones al año, el 40 % del PIB de las islas. Era el dinero que equilibraba la balanza comercial de la región y tiraba del resto de los sectores económicos, la agricultura y la industria, volcadas en los suministros turísticos. Hoy no existe.

Desde Canarias hemos pedido, casi suplicado, que se aplicase un plan de rescate excepcional de la sociedad de las islas. Pero ha sido en vano. El Gobierno de España dedicará más de 10.000 millones en tres años al apoyo del sector del automóvil, que es estratégico para nuestro país. Y aplicará 500 millones para inyectar fondos y salvar Air Europa, una compañía aérea que atraviesa graves dificultades por los efectos de la pandemia. Pero a día de hoy ha sido incapaz de entender que las Islas Canarias han perdido el único sector económico que permitía su supervivencia.

La manera en que el Gobierno español pretende manejar los 140.000 millones de ayudas europeas nos hace temer lo peor. Al contrario de lo que se pidió a la Unión Europea -esto es, que los fondos no se concedieran por población, sino en atención a la solidaridad con los países con mayores dificultades-, el reparto de la financiación europea no se producirá en base a criterios objetivos y de solidaridad, sino al albur de las decisiones discrecionales de un Consejo de Ministros que los asignará en forma de proyectos y líneas de actuación especiales con empresas de nuestro país.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha llevado al PSOE hasta sus límites ideológicos y más allá. Las amistades peligrosas que ha elegido para sostener su presidencia, de la mano de la extrema izquierda de Pablo Iglesias, han radicalizado la acción de Gobierno hasta tal punto que ya es imposible reconocer aquella socialdemocracia española que acometió la modernización de España en los años ochenta.

La imagen idílica de un paraíso turístico se ha esfumado de golpe y porrazo. Más de 20.000 inmigrantes del continente africano han desembarcado en unas islas abandonadas a su suerte. Lejos quedan ya las imágenes publicitarias del Aquarius y un Gobierno que se decía humanitario. Los informes policiales prevén la llegada de miles de nuevos migrantes ilegales este año. Y la única respuesta de Madrid hasta ahora ha sido crear campamentos para convertir a Canarias en una cárcel.

Mi tierra es líder en paro, pobreza y exclusión social. Tiene en paro o en ERTE a la mitad de su población activa. Padece el tsunami económico y social más importante de su historia reciente. Y está sola, a 2.000 kilómetros. Un archipiélago español y europeo que sería un lujo para cualquier país y que ha sido descuidado y maltratado en los últimos años, como nunca en su historia, por una Administración central que solo se ocupa de su propia supervivencia política. Este no es el Gobierno de los menos favorecidos y los más necesitados. Es el de una izquierda sectaria obsesionada exclusivamente con el poder.

Y para el virus del populismo y el descrédito que nos está matando no habrá vacuna el año que viene.