Cómo se quieren nuestros políticos. Pedro Sánchez no iba a ser una excepción. Como Pablo Casado ante el espejo, Santiago Abascal sacando brillo a su Smith&Wesson, Pablo Iglesias ajustándose el moñazo, podemos imaginarnos al presidente del Gobierno mañana sí y mañana también haciéndose la gran pregunta: «Espejito, espejito, ¿quién es el más...?». Ese ejercicio de espejo sin espejo, ante el tubo catódico, lo hizo Sánchez ayer al mediodía. Ahí lo tienen, gustándose y dirigiéndose al lugar del crimen, pues es un crimen enrollarse horas con un balance de gestión ¡del 2020! sin poner ni un pero. Sí, en ese país en el que vive Sánchez, el Gobierno es supertop. Sin mácula. Una patena a punto de «renovar» la Corona e indultar a los presos del 1-O para que en lugar de granizo lluevan mazapanes. Durante el speech, el presidente puso nota a sus ministros: muy sobresaliente (sic). A sí mismo no se puntuó. No hacía falta. Todo el mundo sabe que, de 0 a 10, Pedro Sánchez es un 10, para Pedro Sánchez.
