Abolicionista de género (y ley trans)

OPINIÓN

Más de un millar de personas han participado en la manifestación del Orgullo LGTBI de Gijón
Más de un millar de personas han participado en la manifestación del Orgullo LGTBI de Gijón Alberto Morante

10 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

A raíz de la muerte de Maradona me enteré que soy abolicionista de género. Entré a ver la cuenta de twitter de Paula Dapena y ponía «Abolicionista de género», así me enteré de lo que era.

Como imagino que mucha gente estará como yo con tanto término nuevo, voy a explicar las cosas desde mi punto de vista.

He sido educado y socializado en una sociedad católica tradicional, machista, racista y homófoba. Por eso cuando tenía pelo lo llevaba siempre corto, mis pantalones son holgados sin exceso y de colores discretos. Mis zapatos, sin tacón, suelen ser marrones o negros. No me pinto las uñas, ni los labios, ni me maquillo y he necesitado un importante esfuerzo intelectual para darme cuenta que es bueno echarse crema hidratante en la cara. Soy además el típico «un paisano ye un paisano» y ya si la cosa sube de tono «se lo vas a decir a un paisano de la Cuenca». 

Por otro lado, soy un macho de la especie humana y presento el dimorfismo sexual típico de nuestra especie. Por ejemplo, las hembras de mi familia tienen pelo en la cabeza toda su vida y sin embargo la mayoría de los machos de mi familia presentamos una sensual alopecia a partir de la treintena. Tengo la voz ronca y mi temperatura corporal media es más alta que la de mi pareja, desencadenando constantes peleas conyugales sobre el nivel de la calefacción. Además, tengo muy pocas posibilidades de desarrollar cáncer de mama, aunque probablemente si lo desarrollase sería más agresivo. Igualmente, mi sintomatología ante el COVID o las enfermedades cardiovasculares es diferente a la de una hembra de mi especie.

Además de todo eso me siento atraído por las hembras de mi especie. De hecho, desde 6º de EGB, era rubia y de pelo largo… pero esa es otra historia. 

Debido al primer párrafo puedo decir que desgraciadamente cumplo el rol de género típico de un hombre tradicional, machista y homófobo. Debido al segundo párrafo, puedo decir que mi sexo biológico es el de un hombre. Debido al tercer párrafo puedo decir que soy heterosexual. Es decir, me interesan las personas del otro sexo. Es decir, me interesan sexualmente las personas que tienen vulva, diga lo que diga el DNI. No me interesan sexualmente las personas que tienen pene. Y esto no es ironía, ni transfobia, ni homofobia. Son gustos, porque a la cama vas con quien te gusta y te apetece y en tu cama vetas a quien quieras, lo contrario es abuso.

Empezando por el final, lo que deben hacer las leyes y la política con la orientación sexual es trabajar para que nadie pueda verse discriminado o siquiera presionado por su tendencia sexual.  Precisamente para eso tenemos que no crear más etiquetas ni comernos la cabeza con todas las letras del abecedario. Lo que tenemos es que educar a las nuevas generaciones para que quieran desde la libertad y el consentimiento mutuo. Justo lo contrario de lo que está haciendo el porno con las nuevas generaciones. No olvidemos que la violencia sexual de grupos de jóvenes es un problema creciente y el consumo de porno violento tiene mucho que ver con eso.

Sobre la biología no hay nada que decir, la biología no la determina el BOE. Solo decir la importancia de educar en la aceptación del propio cuerpo y en la aceptación de los cuerpos reales. Un problema real de nuestra juventud y que hace sufrir a miles de personas es la bulimia y la anorexia. Por eso, la aceptación social de los qué somos y cómo somos es fundamental.

Sobre lo que tiene que actuar la política y las leyes y la sociedad es sobre el género. No hay ningún código genético que haga que a un hombre le tenga que gustar el fútbol y el azul. Sin embargo, la sociedad de consumo hace que haya gomas de borrar de niño y de niña. Sexualiza a las niñas a edades terriblemente tempranas. Sigue vigente que los hombres no lloran y las mujeres son dulces y no pueden llevar la iniciativa sexual sin ser unas «zorras». Zorra es negativo, ser zorro es ser astuto, es bueno. Y así tantísimas cosas.

¿Qué propone el abolicionismo de género? Enseñar a los niños y a las niñas que tener pene no te impide combinar adecuadamente los colores de tu ropa, que tus testículos no se encogen cuando friegas el retrete de tu casa. Que una niña con pantalones y pelo corto y que le gusta el fútbol, no es una «marimacho» ni ha nacido «en el cuerpo equivocado». No hay una forma correcta de ser hombre o de ser mujer, no hay nada en mis genes que determine que yo no lleve minifalda. Eso son los roles de género, que oprimen incluso a los privilegiados como yo. Me gustaría ser más libre de lo que soy y ser capaz de hacer las cosas que hace Rodrigo Cuevas sin sentirme ridículo. Pero eso no significa nada ni sobre mi biología, ni sobre mi orientación sexual. Cómo me visto, hablo o me comporto no me hace ni más ni menos hombre, ni más ni menos heterosexual.

Decía Darko Decimavilla en una charla que el colonialismo occidental y el catolicismo nos obligan a ser hombre o mujer y eso es una forma de violencia. No, el hecho de que yo pueda desarrollar un cáncer de próstata y no de ovarios se debe a que no puedo desarrollar un cáncer en un órgano que no tengo. No existen los tumores sentidos, existen los tumores que matan. Más allá de que occidente es también una entelequia, lo que hace el catolicismo es crear unas formas de ser hombre y ser mujer opresoras, sobre todo opresoras violentamente para la mujer. Lo que hay que hacer es abolir las etiquetas.

¿Y qué pasa con la disforia de género y con la intersexualidad? Pues para eso existe la ley de 2007 que creó equipos especializados multidisciplinares, que desgraciadamente las diferentes leyes autonómicas han ido desmontando. Seguro que esa ley y esos procesos son mejorables, pero con criterio científico.

La reciente sentencia del caso Keira Bell demuestra que no hay seguridad científica en los tratamientos que se están dando a menores de 16 años y que no hay capacidad en menores de esa edad para conocer el alcance de la decisión que están tomando y no es reversible. Por eso, el gobierno británico ha suspendido todos los de menores de 16 años. Y va a emprender una reforma profunda del ente Tavistock.

El caso Keira Bell no es un caso aislado. Es un caso que afecta a un país entero y una metodología de trabajo. Hacer una ley exige ser cuidadosos y fijarse en los ejemplos de países que ya la están aplicando.

Es curioso oír a Natalia Aventin de una asociación de familias que defiende la medicalización de sus hijos, decir que Keira Bell no es una persona trans. Y aquí entramos en otro problema. ¿Quién es una persona trans según la nueva ley? Yo sé quién es un menor. Y puedo hacer leyes basándome en la definición de un sujeto de derecho. Pero cuando la ley no define el sujeto al que va dirigido sino que cualquier persona puede decidir o no estar dentro del ámbito de la ley, desaparece el concepto de «trans» y es la conveniencia política quien hace que alguien sea trans o no.

Creo que hay elementos suficientes para entender que hay diferentes posturas y que no se trata de atacar los derechos de nadie, sino de defender el estado de derecho y la construcción de una sociedad de futuro mejor. Además de defender siempre el interés superior del menor.

Por eso hago tres propuestas que a mí me servirían para dejar de oponerme a la ley trans:

  • Que el tratamiento a menores sea supervisado y seguido por un equipo multidisciplinar de la sanidad pública que será quien decida si se inicia un tratamiento o no, rechazando el modelo afirmativo que se ha seguido hasta ahora en el Reino Unido.
  • Que las personas condenadas por violencia sexual o violencia de género no se puedan autodeterminar durante el período de su condena.
  • Que para que un adulto se autodetermine y eso tenga validez jurídica debe haber un período de 6 meses para que ratifique su decisión y no pueda ser reversible sin autorización judicial.

Son tres cosas bien sencillas. En lugar de llamar a la gente TERF y facha y no sé cuántas cosas más, ¿Por qué no sois conscientes que estamos en medio de una pandemia, con una crisis económica como no conocimos otra y que necesitamos la unidad de la izquierda y el feminismo para poder salir de esta?