Cada día asistimos, como convidados de piedra, a las presentaciones de alternativas de las eléctricas que cierran sus centrales térmicas en Asturias. Mientras, Naturgy e Iberdrola tienen proyectos e inversiones en otros territorios para compensar las clausuras de sus plantas. La descarbonización amenaza con castigarnos de forma desmedida, en fuentes energéticas y también en empleo, en un sector que los contó por decenas de miles. ¡Emergencia, Asturias se queda sin lumbre!
El cierre de las minas era previsible, no es cosa de hace 4 días. El hecho de disponer de un calendario no ha servido para desarrollar avances en el camino de la diversificación. Se sabía y no se hizo nada, bueno sí, carreteras que solo han servido para que mucha gente se vaya antes de tiempo, y farolas que iluminan el vacío.
La mayor parte de los objetivos del Marco de Actuación para la minería del carbón no se han cumplido. No hay alternativas laborales, no hay suelo industrial, no atraemos empresas... No se ha hecho un buen trabajo. Sin embargo, se ha hecho rápido, de manera mucho más acelerada que en otros países europeos, Alemania, por ejemplo, ha fijado el fin del carbón para el 2038. Por si esto fuera poco, además, recibimos menos dinero del Fondo de Transición Justa.. a perro flaco, todo son pulgas. Quisimos ser los más listos, y hemos sido los más tontos, en lo que a crecimiento económico se supone.
Hemos limpiado de forma hipócrita nuestras conciencias, hemos descendido las emisiones de CO2 en más de un 30%, pero seguimos usando carbón, lo importamos de Colombia, Rusia, Indonesia, Sudáfrica. En definitiva, no solucionamos el problema, pero destruimos el empleo.
Como dice la canción: «Nos fondos tovía hai carbón, pero nun rentabiliza, val más dir págalo fuera que picar la hipocresía».
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