Si es corrupción, al Código Penal

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

18 mar 2021 . Actualizado a las 09:16 h.

La sesión de control de ayer, con sus preguntas, sus medias respuestas y sus naderías ha sido un buen reflejo de nuestra clase política. Selecciono tres momentos estelares. Uno, cuando Gabriel Rufián mostró su catálogo de fallos que hacen de España una pésima democracia. Recogió sucesos antiguos, verdades a medias, manipulaciones diversas y ya está: la democracia no existe en este país. Con esa forma de pensar será imposible llegar a ningún acuerdo sobre el futuro de Cataluña. La distancia es abismal. Y no es que en alguna cosa no tenga razón Rufián: es que esa razón y la sinrazón es su argumento para romper con el Estado español. Y muchos catalanes lo creen y lo votan.

El segundo momento fue cuando Íñigo Errejón preguntó cuáles son los planes del gobierno para cuidar la salud mental de los españoles después de los estragos de la pandemia y los confinamientos. Es un tema que está en la conversación ciudadana, en la prensa y en multitud de informes médicos. Es un problema nacional. Pero el diputado del PP Carmelo Romero levantó su voz para gritarle «Vete al médico». Después pidió disculpas, pero el episodio demuestra el nivel del Parlamento: en cuanto se plantea algo pegado a la gente, aunque sea tan grave como la salud mental, nunca falta quien considere que no tiene la altura suficiente. Es mejor la teología política, la verborrea vacía, los ataques personales. Y después decimos que las instituciones se alejan del pueblo.

Y el tercer momento fue cuando Pedro Sánchez y Pablo Iglesias acusaron al PP de comprar votos. Les faltó una aportación de pruebas para sostener esa acusación, pero quizá no hacía falta: ambos se referían a lo ocurrido en Murcia y la forma que tuvo el PP de abortar la moción de censura contra López Miras. De nuevo apareció en el debate el viejísimo fantasma de los tránsfugas. Fue transfuguismo lo que hizo por Ciudadanos cuando rompió el acuerdo de coalición con el PP y se unió al PSOE y a Podemos. Y fue transfuguismo lo que hicieron después tres diputados de Ciudadanos que traicionaron a su partido para que la moción de censura fracasase.

¿Hubo compra de esos tres votos? Claro que sí: los tres van a ser consejeros del gobierno autónomo. Se vendieron por un alto puesto oficial, naturalmente pagado con fondos públicos. «Eso es corrupción», vino a decir el señor Sánchez. Y quizá quiso llegar más lejos: la campaña pública de «compra» ?hay quien dice robo-- de cargos de Ciudadanos para incorporarlos al PP es fomento del transfuguismo. No ha servido de nada el pacto para evitar esos métodos. No sirven de nada las invocaciones éticas para no alterar la representatividad con la promesa de beneficios, disfrazada de coherencia ideológica. Yo solo digo: esa práctica es, efectivamente, corrupción. Y añado: si es corrupción y los pactos para evitarla no sirven de nada, que se lleve al Código Penal.