La memoria de Zapatero y la amnesia de Sánchez

Tomás García Morán
Tomás García Morán LEJANO OESTE

OPINIÓN

Borja Puig de la Bellacasa

El desdoro nacional de los indultos soslaya la opinión del votante medio de PP y PSOE, porque en La Moncloa lo fían todo al hecho de que tenemos memoria de pez, y dentro de dos años, cuando haya elecciones, nadie se acordará

29 may 2021 . Actualizado a las 10:40 h.

Zapatero lo fio todo a la memoria. Ya saben: la guerra civil, la fosa de García Lorca en Víznar, la momia de Cuelgamuros… El otro Federico contraprogramó con Carrillo, Paracuellos, las checas… Y así estamos. Diecisiete años después de aquellos atentados infames de Madrid, cuando Aznar pensó que los españoles éramos lelos. La ejemplar obra de nuestros padres y abuelos, esa herencia libre de impuesto que nos dejaron en forma de Transición política, social y económica, hecha añicos. Quizás para siempre.

Sánchez es un hombre de su tiempo. Tiene los mismos reflejos que Zapatero y Aznar para despreciar cualquier asunto que requiera pensar en pasado mañana. Pívot de baloncesto, su zona de confort está bajo el tablero, donde se dan los codazos. Solo hay que ver cómo se ha recuperado del batacazo de Madrid gracias al folletín de espionaje que está siendo la crisis con Marruecos en general, y la hospitalización en Logroño del líder del Polisario en particular. Sánchez pisó Ceuta apenas 24 horas después de la marcha verde. Adelantándose a una foto de Abascal disfrazado de legionario. Trasladando la pelota al tejado de la UE. Cosechando elogios hasta del neofascista Matteo Salvini. Dejando en una situación imposible, una vez más, a Pablo Casado. Que sigue atado de pies y manos entre la lealtad institucional y la urgencia por recortar terreno. 

Improvisación, reflejos. ¿Se imaginan a Mariano, un domingo por la noche, con el Madrid jugándose la Liga, haciendo frente a una invasión marroquí de Ceuta? Pedro Sánchez lo fía todo a la diosa fortuna. Por eso resulta entrañable el plan 2050. Pero sobre todo, con su gurú Iván Redondo lo está fiando todo a la ausencia de memoria. Todo lo contrario que ZP. Hace un par de años, un documental de Jon Sistiaga nos heló la sangre al constatar que en una clase de cuarto de Derecho nadie sabía quién fue Miguel Ángel Blanco. Ni ganas. 

Esa memoria de pez, ese país enganchado a Rociíto y las islas tentadoras, es el tablero de ajedrez en el que Sánchez y Redondo planean el gran desdoro nacional de los indultos. Puigdemont se fugó a Bruselas hace tres años, los mismos que lleva entrando y saliendo de prisión Junqueras, el que dijo «los indultos que se los metan por donde les quepan».

Eso quiere decir que los chavales que ahora preparan la EBAU entonces tenían 15 años. Puigdemont, Junqueras, no digamos Pujol y Mas, serán pronto historia, una ciencia que la humanidad ha aprendido a manipular como en los restaurantes con tres estrellas, al gusto del consumidor. Y lo peor es que también será historia lo que hicieron en el otoño del 2018. Para los teenagers: los Jordis subidos en los jeeps de la Guardia Civil, los funcionarios del Estado huyendo por la azotea, los mossos casi devolviendo a toletazos a los policías a sus cuarteles en los piolines. Da igual la opinión del votante medio de PP y PSOE. El español normal de Mariano. Da igual la hemeroteca. Todo se olvidará pasado mañana, cuando los periódicos cumplamos nuestra noble función de envolver el pescado.