Llegar al final de los 155 capítulos de El ala oeste de la Casa Blanca es como terminar Los hermanos Karamazov. Dejé al presidente Bartlet compartiendo altar con Iván Fiódorovich y pasé la resaca refrescándome con Vota Juan, la comedia política de Javier Cámara. Indiferente a encrucijadas entre los principios y el bien común, Vota Juan nos enfrenta a situaciones de andar por casa, como un viaje a Turquía para relanzar una carrera política con un flequillo postizo o pedirle para una campaña electoral a una hija obesa los ahorros que guardaba para implantarse un balón gástrico. Tal vez por eso nadie cite de memoria frases de Vota Juan.
Por el contrario, hay pocas series televisivas más citadas que El ala oeste. A fin de cuentas, cómo no preferir el espejo de los personajes íntegros, inteligentes y trabajadores de Aaron Sorkin a la caricatura de Juan Carrasco y su comparsa de idiotas balbuceantes. El último en hacerlo fue Iván Redondo: «Lo primero que tiene que hacer un asesor es tirarse por un barranco por su presidente, y yo lo hago». Pese a no citar la fuente, replica la frase del presidente Bartlet para pedirle a su jefa de prensa, C.J. Cregg, que sea su jefa de gabinete: «Necesito que te tires por un barranco». Una imagen precisa de la aniquilación personal que acompaña al ejercicio responsable del poder político, el más frustrante y devastador de los poderes. Un privilegio y un sacrificio que Bartlet no le pediría a un tecnócrata del Capitolio o un soldado de fortuna, solo a una hermana de sangre de los primeros días como C.J. Cregg.
Hay cierta insistencia de Sorkin con los barrancos. En El ala oeste hay al menos otros dos momentos estelares de guion con C.J. Cregg y un barranco como protagonistas. El segundo se produce en un episodio de la segunda temporada titulado Te matarás en la caída, la frase de Paul Newman (Butch Cassidy) a Robert Redford (Sundance Kid) en aquel barranco de Dos hombres y un destino, atrapados entre una docena de rifles y un abismo sobre un río. Está a punto de hacerse público que el presidente Bartlet ocultó su grave enfermedad al pueblo americano y su gabinete diseña una estrategia para intentar reducir daños. Al final del capítulo, Josh Lyman y C.J. hablan mientras caminan (género muy de actualidad que también tiene su origen probable en El Ala Oeste), y Josh le pregunta a la jefa de prensa su opinión sobre esa estrategia. C.J. estalla en una carcajada y le contesta: «Sois como Butch y Sundance, mirando desde aquel precipicio un río lleno de pedruscos cien metros abajo y dudando si saltar o no porque podrían ahogarse. El presidente está enfermo, lo ha estado ocultando y ¿solo os preocupa que un sondeo os pueda dejar mal? ¡Os mataréis en la caída!».
El último barranco de C.J. es personal. Mientras cena con su novio, el periodista Danny Concannon, hablan de su incierto futuro como pareja y del cercano final de su vida política. Él está cansado de la deriva sensacionalista de la prensa de Washington, y ella termina el segundo mandato del presidente Bartlet. Aprovechando el solar entre las ruinas, Danny se anima a proponer: «Si yo voy a saltar al barranco y a ti te van a empujar, ¿por qué no caemos juntos de la mano?». Aunque ni Sundance Kid ni C.J. sabían nadar, al final saltaron.
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