Errores gratis (I)

OPINIÓN

María Pedreda

20 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay palabras que, nacidas para ser segundas, como los adjetivos y adverbios, acaban siendo primeras como los sustantivos. Hay palabras de significado profundo, de sustancia principal, como adjetivos y adverbios, que parecen alterar las reglas de la Gramática que las ordenaban accesorias. Así lo gratis, total o parcial, adelanta a los errores y hacen que queden pequeños, pequeñez ante lo gratis que es grande. De lo gratis, la gratitud y lo gratuito, por ser humano y muy divino, escribió Benedicto XVI en sus encíclicas sobre el Amor. ¿Qué tendrán que ver entre si lo gratis, lo de balde, con las gracias de los indultos o el estar en estado de gracia? Todo confuso, de mareo, como lo del fútbol de Mareo.  

Lo que se dice en el refranero popular de que «el que la hace, la paga» o «el que rompe, paga», se refiere a errores que no resultan gratis, lo que debieran ser la regla, aunque con frecuencia y lamentablemente sean la excepción. Oyendo que «el que hace la paga», se cae en la cuenta: quien lo dice suele ser es un «don nadie», un tipo sin importancia. El contrario, el importante, el que «tiene poder», aunque sea tapón o tenga figura de tonelete, jamás dirá eso, pues sabe, por experiencia, que no es verdad. Y cuando, desde lo alto de una tarima, un profesor explica la enjundia de la responsabilidad, se descubre que ignora lo que está explicando.

Viene todo lo anterior a propósito de dos noticias, de la semana pasada, de errores que debieran ser muy caros y resultaron gratis. Una, la primera, advierte de la posibilidad de que el Tribunal constitucional español sentencie la nulidad del primer «Estado de alarma», decretado por el Gobierno con ocasión de COV-19. Pero no hay que apresurarse, ya que con los tribunales políticos todo y su contrario son esperables; y con los otros tribunales, llamados de Justicia, también, aunque menos. ¿Qué importancia tiene que sea nulo o válido el «Estado de alarma», a excepción de lo de las llamadas «multas gubernativas» a los ciudadanos?

La segunda noticia salió de una entrevista, publicada la pasada semana, en la que un científico español, un  tal José Luís Jiménez, declaró que en lo del Covid-19 hubo un error que ha costado vidas: la OMS declaró que el coronavirus no se contagia por el aire. Añadió: «Se habría logrado bajar mucho la tasa de contagio si se hubiera aceptado que el aire era una forma de contagio». Y siguió: «Usamos el humo como analogía para visualizar cómo se mueven las partículas respiratorias con el virus: permanece flotando, como el humo del tabaco, y lo respiramos si estamos cerca de alguien. Es imposible saber cuántas vidas se podrían haber salvado, pero bueno eso ya es pasado».

Sensaciones negativas se producen en ambos casos, por la escandalosa impunidad de los errores cometidos, del que «no pasa nada», pues el gratis y lo gratis de los errores facilitarán que se vuelvan a repetir. Es increíble que los que tanto cobran, los del Gobierno y de la Organización Mundial de la Salud, hagan lo que hagan, o mejor, deshagan lo que deshagan, nada les pase. ¿Para qué, entonces, y por qué cobran? Siempre pensé que se paga por la responsabilidad que se asume...

Es sabido que lo de exigir responsabilidad a los gobiernos, es reclamación, como tantas otras, que se hace únicamente cuando se está en la oposición, nunca cuando se llega al Poder. En el Poder y por exigencia de mantenerse en él, como se comprueba cada día, nada de exigencias de responsabilidad ni democracia, que son estorbos. Bien merecido tienen los de la OMS, que son maoístas como los chinos, que se les mande donde deben estar, embadurnados y malolientes, por ignorantes e incompetentes.   

Leí hace días la importante sentencia del Tribunal Supremo, de 15 de marzo de 2021, sobre las responsabilidades causadas a los que llama «pasivos domésticos» y «pasivos ambientales» por las emanaciones de sustancias cancerígenas de fábricas viejas, que casi, por muy poco, acabaron siendo errores gratis. Y me acuerdo diariamente, bajando por el Infanzón, de los que respiran en Gijón y en Aboño los humos y polvos de industrias, tan denunciados en este periódico digital por asociaciones ecologistas y repetidamente; mierdas venenosas de fábricas que matan, encharcando  pulmones. Pudiera ser normal que indios y no indios piensen que aquí somos como los de la región india de Bhopal. Lo que es anormal es que eso mismo se piense, al parecer también gratis, aunque cobren mucho, en pardas casas consistoriales y en amarillo palacios. ¿Y lo de las aguas «chocolate» de la Bahía de Gijón, otra vez, otra vez, también gratis, señora alcaldesa?

Continuará.