Los grandes olvidados de la emigración asturiana

Toni Cabezón

OPINIÓN

23 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«La vida está llena de historias y las historias están llenas de vida». Este 2021 se cumplen 60 años de cuando un buque llamado Monte Udala llegaba al puerto de Melbourne con 425 inmigrantes del norte de España. Había partido del puerto de Santander 30 días antes como parte de la llamada «Operación Canguro». No sabían a donde iban, ni conocían el idioma, solo habían oído de nativos, extraños animales, paisajes y  climas inhóspitos, dejando atrás todo lo que conocían y amaban. 

Solo habían pasado 182 años desde su descubrimiento global, y su inmensidad abrumaba los sentidos de los aventureros que se atrevían a adentrarse desde las pocas poblaciones en la frontera de lo desconocido. Durante la travesía recibirán lecciones de inglés explicadas por un profesor especializado que les acompañaba en el viaje. También asistieron a charlas y conferencias de carácter geográfico e histórico.

Emprendieron un viaje, en la que atravesarían tres océanos en 30 días, la esperanza de prosperar en un nuevo mundo les llevaría a esos confines de la Tierra. La única parada seria en el Cabo de Buena Esperanza como símbolo de refuerzo de ánimos e ilusión. Los primeros en darles la bienvenida a los mares de Sur fueron un espectáculo de peces voladores cruzando la proa. Esta es la historia de uno de los 425 que partieron en ese viaje.

Antes de atracar en el puerto de Melbourne las autoridades realizaron una inspección completa (hasta las uñas de los dedos nos miraron, comentaba) y médica, de  todos los pasajeros y tripulación en medio Port Philip Bay. A su llegada al puerto de Melbourne mi padre fue el primero liderando el desembarco, y el último en marchar, Todo por culpa de unas pajuelas de su gaita, que la inspección de aduanas retenía hasta su análisis, al ser  hecha de materia vegetal.  

Fue cofundador de la primera banda de gaitas de la Villa del Adelantado con un compañero de la mili,  (Milán, Oviedo 1944 - 1949). Con el visto bueno de las pajuelas, le organizan un taxi al motel, Los taxis australianos ya tenían emisora, esto no existía en Avilés. El taxista le pidió con señas si tocaría un poco, para él y sus  compañeros de gremio. Y les toco la mina y el mar, y todos los taxis australianos escucharon por primera vez  la gaita asturiana. Al día siguiente emprenderían el largo viaje a Bonegilla, cerca de la población de Wodonga, a un antiguo campamento militar al pie de las montañas nevadas. Allí conocería a Dionisio Menéndez Pidal, otro intrépido asturiano de Quintes. Escriben la prensa de la época una descripción de su llegada: «Para los inmigrantes recién llegados todo era extraño, la inmensidad del espacio abierto, la fauna, su  abundancia, la comida, el lenguaje, y el estilo de vida australiano».

Declarado monumento patrimonial australiano, era alojamiento base para trabajar en la más compleja y mayor obra de ingeniería construida en Australia hasta el día de hoy: Snowy Mountains Scheme. La obra consistía en 16 presas, 7 centrales hidroeléctricas (4500 GW/hr), 225 kms de túneles, 1600km de carreteras y ferrocarriles. Este reto de ingeniería mundial tuvo un inmenso impacto tanto cultural como económico para Australia y su  desarrollo, y como muestra de ello el gobierno la declaró en 2016 como patrimonio nacional histórico, y es  considerado como una de las diez mejores obras de ingeniería jamás logradas por la humanidad.

Muchos dejaron su vida sepultados en derrumbes, explosiones descontroladas, sepultados en hormigón sin que sus compañeros pudieran hacer nada por salvarlos, llevados por riadas. En una de ellas, su compañero y él, los mandaron al Snowy river (río nevado, de apariencia como el cares), con una red para intentar rescatar a los que llevó esa riada, pero un hubo suerte. Fueron testigos de estos accidentes que describo, pero la naturaleza pocas veces tiene piedad.

Dos años después se fue a trabajar en la construcción de la nueva capital de la nación. El trabajar en la obra de dos puentes grandes para un río tan pequeño le llamaba la atención. Poco sabía que serían para el nuevo lago artificial y pieza central de la nueva ciudad capital, Lake Burley Griffin. Tres años después conoció a una quirosana, que acababa de llegar a Australia en el último viaje de la «Operación Canguro», con la que se casó y tuvo tres canguros. 

Fueron tiempos felices de libertad y prosperidad, rodeados de naturaleza y fauna virgen. Cazar conejos con su dingo Sam, criar un Eastern grey, otro huérfano de un atropello, el loro que se hizo nuestro mejor amigo, y muchas más aventuras que quedan en la memoria como un tesoro enterrado, pero no olvidado, por aquellos que lo vivieron, y que como muchos otros, quedan por contar. Porque «la vida está llena de historias, y las historias están llenas de vida».