Tigray

Yashmina Shawki
yashmina shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

TAYFUN SALCIZUMA PRESS

27 jun 2021 . Actualizado a las 09:42 h.

Dos conflictos internacionales de la década de los setenta marcaron mi primera percepción del mundo: Afganistán y Etiopía. En el primer caso, el enfrentamiento entre prosoviéticos y pro-norteamericanos evolucionó hacia una lucha contra el radicalismo islamista de los talibanes con un resultado nada positivo.

 Tras décadas de intervención internacional, la retirada de las tropas extranjeras augura la más que probable recuperación del poder por parte de los talibanes, lo que significa que los cientos de miles de víctimas y las décadas de guerra no han servido para nada.

En el caso etíope, tras el derrocamiento del emperador Haile Selassie en 1974, el país se sumió en una guerra de guerrillas hasta 1991. Dos años después de finalizado este conflicto, una gran extensión de territorio anexionada en 1952 a instancias de Gran Bretaña logró su independencia para conformar el Estado de Eritrea, en cuya frontera con Etiopía se concentra la población de origen tigray.

En Etiopía, la diversidad étnica es considerable, siendo los grupos de los oromos, con el 35 % de la población, y los amharas, con el 28 %, los más numerosos.

Sin embargo, fue el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray, representante de solo el 7 % de la población, el que lideró la coalición de partidos que ejerció el poder durante 27 años hasta que un movimiento político les hizo perder el poder en la capital.

A raíz de ello, este grupo se hizo fuerte en la región norteña de Tigray, donde, desde noviembre del 2020, mantiene un conflicto armado con las tropas gubernamentales.

Dentro de este enfrentamiento, la población civil es la que más sufre. Por si fueran pocos los desplazamientos forzosos y la hambruna, este miércoles un ataque aéreo a manos de las tropas nacionales dejó en un mercado decenas de muertes y más de un centenar de heridos. Parece un dèjá vu. Décadas después, los etíopes vuelven a estar en guerra y la población civil, además de verse obligada a huir, no tiene qué comer. ¿Alguna vez aprenderemos?

En esa misma región acaba de ser asesinada una cooperante española de Médicos sin Fronteras.