Azpilicueta, ese vinazo

OPINIÓN

Hannah McKayPOOL

29 jun 2021 . Actualizado a las 09:26 h.

Ahora entiendo por qué España es el país más católico con menos creyentes reales del planeta. Hay que ver un España-Croacia de una Eurocopa para comprender cómo nos gusta destriparnos. Cualquier otro país elimina a la actual subcampeona del mundo y le hace un monumento al equipo.

En España, no. En España, dos tercios son odiadores profesionales, expertos en criticar (críticos, cítricos y cínicos). Vale que Luis Enrique cae mal, tal vez como Pedro Sánchez a un votante de Vox. Pero el grupo de chavales que ha seleccionado no tiene la culpa del carácter de su entrenador. Ni ayer éramos los peores ni hoy somos los superhéroes de las películas de la Marvel.

Nada hizo más feliz a los madridistas, que son legión, y al club de fans de Sergio Ramos que la llegada de la agónica prórroga en un partido que estaba ganado. «No ves, por no llevar a nadie del Madrid». «Mira, cómo hacía falta Sergio Ramos». Esas eran las frases en el bar hasta que también se escuchó, por supuesto, lo de «Morata no le hace un gol al arco iris». Ahí, el gafe se calló y pilló el gin tonic y le dio un sorbo largo, de esos que nunca se terminan. Los madridistas que, en el fondo del vaso, iban con Modric, también cerraron la boca. Morata mató la araña de la escuadra y silenció a las tonadilleras del odio.

Con Croacia, no había partido. Sin Perisic tenían todavía menos gol. Pero todos los que se dedican al deporte saben que tachar a una selección balcánica es casi misión imposible. Da igual que sea fútbol, que baloncesto, que balonmano, que waterpolo. Respiran por mil la competitividad que sudaba Drazen Petrovic. Nunca ceden.

Pagada la cuota de los memes a los que estábamos abonados con Morata y, desde ahora, con la errata del portero Unai Simón, solo tocaba ganar o ganar. Era cuestión de tiempo. Aunque fuese en una prórroga para inflar el merengue de los que pisotean todo lo que no entienden. Lo único que pasó ayer es que la España periférica, siempre original (Gaudí, Isaac Peral, Picasso, Enjuanes, Berasategui, Concepción Arenal...), ganó dos veces, para hacerlo más bonito.

Lamento el sufrimiento de los que se asustaron. Siento el gasto hecho por las plañideras de siempre. España, sin nadie del Real Madrid, está entre las ocho mejores de una Eurocopa, un torneo que es tan difícil de ganar como un Mundial (o quizás más).

Los que sabemos de Segunda B, del fútbol de plomo, vimos el domingo como Bélgica y Portugal, salvo al final cuando Portugal puso a los buenos, aburrieron a las ovejas. Fue pura Segunda B. Lo de ayer entre España y Croacia fue ritmo de Champions, una balacera. Una subcampeona del mundo que no quería entregar los galones a un grupo de chavales que no tienen la culpa de su entrenador. Y además Luis Enrique sabe cambiar de opinión. Azpilicueta, ese vinazo, el único lateral derecho que llevó, marcó un gol clave e hizo un partidazo imperial. España suma dos manitas. Cinco a Eslovaquia. Cinco a Croacia. Va a ser mejor que Florentino y los suyos sigan centrados en contar Champions. En España no todas las cosas que suceden pasan por Madrid. Ahí queda, sobre el verde de Copenhague, para la Historia, para los nietos, el mejor partido, de momento, de la Eurocopa.