«Inside Paco Umbral»

Iñako Rozas

OPINIÓN

Paco Umbral
Paco Umbral

05 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Septiembre siempre llega. El ser humano se carga de propósitos de curso nuevo que luchan contra las depresiones postvacacionales, las matrículas para escuelas de música y de idiomas, las vueltas a los despachos y a los nudos Windsor. Menos mal que, año tras año, tenemos San Mateo y las novedades editoriales para hacer todo eso más llevadero. En apenas unas semanas uno se dejará todo el dinero que no ha ahorrado durante las vacaciones y verá crecer en su mesa de escritorio una montaña de libros por leer que se acumularán a los ya presentes. 

La mentira por delante, de Lorenzo Montatore, editado por Astiberri, es la primera novedad que ha caído en mis manos. Hace ya meses que la esperaba y ha superado con creces mis altas expectativas. Pues bien, no sé si llamarlo cómic, tebeo, biografía gráfica o qué, pero el autor hace del Maestro Umbral un personaje casi de tira cómica, sublime con interrupciones, y que me recuerda al Woody Allen, de Inside Woody Allen, creados por Stuart Hample, y recopiladas en un volumen de Tusquets hace unos años.

Por las páginas de esta colección de ilustraciones desfilan Camilo José, su querido Miguel, Lola Flores, Joaquín Soler, Berlanga, Pi-ti-ta —tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes—, los tres Ramones —Ramón, Don Ramón y Juan Ramón—, el Café Gijón, María España y Pincho, claro. Montatore suma un imprescindible, un must como se suele decir, a la larga bibliografía de Umbral. Y es que ese hombre que hizo de su persona literatura, que creó el personaje de sí mismo —Umbrá, yo creo que en tu casa ere de una manera y cuando sales es como si t’hubiesen metío un bastón por la esparda—, se ve ahora convertido en viñeta, y qué bien le queda.

Uno, que es umbralista militante, que se sabe las entrevistas y los manierismos del niño de derechas, las memorias y novelas del joven malvado, sus años por tierra de Castilla, sus travesías y amores de, y en, Madrid, reconoce en cada página a un autor detallista, cuidadoso —pienso en ese cuarto de baño azul del comienzo de Las Ninfas—, y no puede más que ver cómo se le erizan los pelos, querer vivir la vida literariamente y le entran volver a Umbral. Si es que se puede regresar a un lugar que nunca se dejó. Ojo a lo de Montatore, que sabe lo que se hace.