Sultana Khaya, contra el terror

OPINIÓN

Soldados saharahuis en Tifariti (Sáhara Occidental), en una imagen de archivo
Soldados saharahuis en Tifariti (Sáhara Occidental), en una imagen de archivo MOHAMED MESSARA | EFE

21 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Una mujer valiente lucha contra el Covid-19 en una casa de Bojador (Sahara Occidental), sin asistencia médica y padeciendo fuertes síntomas de la enfermedad. Podría ser una de las múltiples vivencias que millones de personas han atravesado en esta pandemia en los cinco continentes, pero, en esta ocasión, la enfermedad le ha sido probablemente transmitida por las fuerzas de seguridad marroquíes que, repetidamente, la hostigan y agreden en su propio domicilio, y que la mantienen en la situación de arresto domiciliario de facto (sin justificación, sin proceso, sin derechos) desde el 19 de noviembre de 2020. Se llama Sultana Khaya, es una de las activistas a favor de los derechos del pueblo saharaui y padece una escalada de violaciones de Derechos Humanos que, si la comunidad internacional no ejerce la presión debida sobre la autoridad ocupante para poner fin a este atropello, no sabemos qué consecuencias tendrá.

El 9 de mayo de 2007 Sultana participó en una manifestación de estudiantes saharauis en Marrakech, que protestaban por el expolio de los recursos naturales del Sahara. Fue golpeada por agentes en la cabeza y en todo el cuerpo. Uno de los porrazos le reventó el globo ocular. No fue llevada inmediatamente a recibir atención médica sino a una comisaría junto a la Yamá al Fná, la turística plaza de Marraquech, donde continuaron las agresiones. La intervención de una ONG sueca unos días después consiguió sacarla de Marruecos. No dispuesta a acobardarse, Sultana prosiguió, tanto en el territorio del Sahara Occidental como fuera él, su defensa de los legítimos derechos del pueblo saharaui, sojuzgado y sometido a la humillación constante en los territorios ocupados. No le amilanaron los sucesivos episodios de amenazas, persecución y hostigamiento durante años. Su prestigio entre la comunidad saharaui se fue acrecentando, acompañado de distintos reconocimientos a su coraje en la denuncia de la represión constante que sufren los saharauis bajo la Administración ocupante. Es, en la actualidad, la presidenta de una organización llamada Liga de Defensa de los Derechos Humanos contra el Saqueo de los Recursos Naturales.

El 13 de noviembre de 2020 se produjo la ruptura del alto el fuego por las fuerzas armadas marroquíes en la zona desmilitarizada de Guerguerat, junto a la frontera con Mauritania, dando paso a la reanudación de conflicto armado y a la constatación del fracaso de la comunidad internacional en la consecución de una solución acorde a la Carta de Naciones Unidas y sus resoluciones, que respete el derecho de libre determinación del pueblo saharaui. Sultana Khaya decidió, una vez más demostrando su arrojo, que, en este momento dramático, su sitio estaba junto a su familia en Bojador, ya que se preveía, como así ha sucedido, que la población saharaui, y en especial aquellas personas destacadas en la defensa de sus derechos, sufrirían un incremento de las medidas represivas.

Desde el principio del arresto domiciliario, las autoridades no han mostrado en ningún momento a Sultana Khaya una orden de detención u otro documento judicial, ni la han informado del motivo de esa situación. Sólo le han comunicado verbalmente, por medio del jefe de la policía de Bojador, que tiene prohibido salir de su casa. Es, por lo tanto, un caso de detención arbitraria de libro. En numerosas ocasiones, al intentar Sultana Khaya u otros miembros de su familia salir de la casa, han sido abordados a pocos metros de ella por fuerzas de seguridad que los han obligado con violencia a volver a entrar. Las fuerzas de seguridad impiden a menudo a quienes se han solidarizado con la familia entrar en la calle donde está la casa, haciendo uso arbitrario e indebido de la fuerza. Sólo en limitadas ocasiones se ha permitido a parientes suyos llevarles comida o productos médicos.

Las fuerzas de seguridad han agredido violentamente a Sultana Khaya y a miembros de su familia de manera repetida. El 10 de mayo de 2021, las fuerzas de seguridad irrumpieron en su casa a las cinco de la madrugada, esposaron a sus hermanas por los brazos y las piernas y robaron objetos de valor, incluidos el teléfono y el computador de Sultana Khaya. La víspera de la celebración musulmana de Eid al Fitr, el 12 de mayo, decenas de miembros enmascarados de las fuerzas de seguridad irrumpieron de nuevo en su casa, esta vez por el tejado. Arrastraron a Sultana por el suelo, le retorcieron los brazos y se los ataron a la espalda, la golpearon y trataron de violarla con porras. Los miembros de las fuerzas de seguridad también rompieron ventanas y derramaron en el suelo de la casa una sustancia fétida, para hacer deliberadamente inhabitable la vivienda. Antes de esta incursión, las fuerzas de seguridad habían quitado por la fuerza el contador eléctrico, con lo que habían dejado a Sultana Khaya y su familia sin electricidad, en un intento (finalmente exitoso) de aumentar su aislamiento del mundo exterior.

En la noche del 22 de agosto de 2021 se produjo un nuevo asalto de fuerzas de seguridad marroquíes a su casa, otra vez siguiendo el patrón de abuso sexual, intimidación, vejación y maltrato. En la pauta de dichas agresiones se incluye manchar la casa con aguas residuales y, en esta ocasión, les restregaron por la cara, a ella y a su hermana, un trapo impregnado con alguna sustancia. Unos días después Sultana Khaya ha dado positivo por coronavirus, con afectación fuerte sobre su salud.

Los llamamientos de distintas organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, como Front Line Defenders, Democracy Now o Amnistía Internacional en favor de la libertad y la integridad de Sultana Khaya, no han impedido la escalada de agresiones que ponen su vida en serio riesgo. La comunidad internacional, y España como país particularmente relacionado con las causas del conflicto saharaui (y donde Sultana Khaya encontró en su momento acogida y cuidados), no han sabido o no han querido ejercer la presión necesaria sobre las autoridades marroquíes para que detengan esta espiral y aseguren el respeto de sus derechos, así como la atención sanitaria. Si estamos dispuestos a admitir que una activista del valor moral y fortaleza de Sultana Khaya pase a engrosar la lista de mártires, estaremos aceptando la perpetuación y profundización de la injusticia y asistiremos a un crimen que tendrá, una vez más, muchos cómplices.