
Parece que de lo que se habla poco no existe, pero por todas y todos es ya conocida la represión que se ejerce desde el Estado contra el activismo combativo, que pone en cuestión el orden social y que han establecido en defensa del capital y de los grandes poderes financieros. Cuando sus mecanismos legales se quedan cortos, usan leyes, jueces y cuerpos represivos contra las clases más desfavorecidas.
El capitalismo, con la colaboración de la derecha extrema y moderada y algunas organizaciones sindicales que dependen de la subvención pública y empresarial para su subsistencia, permiten que se utilicen todos los medios a su alcance, para frenar cualquier obstáculo que se interponga, en esta época de crisis brutal, a la aplicación de sus políticas neoliberales y al desarrollo de sus objetivos. Acumular más en menos tiempo.
Entre los medios empleados, hemos de destacar los métodos represivos y la criminalización que se utiliza para frenar el activismo reivindicativo, no subordinado a los intereses de este capitalismo insaciable y criminal. Ésta es una realidad que en la actualidad podemos constatar, que se está realizando cada día con más dureza en todo el ámbito estatal.