Chile, la incertidumbre

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

MARCELO HERNANDEZ | Europa Press

26 nov 2021 . Actualizado a las 10:05 h.

En marzo del año 2000 regresó Augusto Pinochet a Chile, luego de más de quinientos días de arresto en Londres. Asistí a su llegada a través de la radio en un laboratorio de la Universidad de Valdivia. Los amigos y colegas chilenos, jóvenes, seguían emocionados ese regreso. No fue hasta cinco años después, con el descubrimiento de las 125 cuentas bancarias del dictador en EE.UU., cuando le dieron la espalda. Por más que fueran conscientes de que aquel estado de la Constitución de 1980 tenía un carácter subsidiario en lo social, con grave perjuicio en educación, sanidad y pensiones para los ciudadanos, ellos. Donde en el 2011 solo el 25 % del sistema educativo era financiado por el Estado, mientras que los estudiantes y familias aportaban el otro 75 %. Muy lejos de un estado del bienestar. 

Por ello no sorprendieron las movilizaciones estudiantiles, que empezaron con la rebelión de los pingüinos en el 2006 y siguieron hasta la gran protesta para evadir el pago del metro, Estallido Social, de octubre del 2019. Protesta que llevó al Gobierno de Piñera a proclamar el estado de emergencia y, luego de los graves disturbios y represión, a que en el Congreso se aprobara el 15 de noviembre el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución. Dos fechas y dos hechos, octubre y noviembre, que permiten caracterizar a las fuerzas políticas que hoy están en la Convención Constituyente. Algo así como el dilema, aún hoy prolongado, entre ruptura y reforma de la Transición española.

Las elecciones de la convención constituyente se realizaron en mayo del 2021, y en ellas los chilenos no otorgaron el 30 % de los votos, necesarios para el bloqueo de propuestas, a la derecha. Sin embargo, cinco meses después han decidido que la presidencia de su país se dirimirá entre Kast, un candidato de la derecha extrema, y Boric, un miembro de la izquierda radical. Desapareciendo del balotaje tanto los partidos de la Concertación (alianza entre socialistas y democracia cristiana), como de la derecha tradicional de Sebastián Piñera, que gobernaron Chile desde la pérdida democrática del poder por Pinochet.

Este viraje pone en cuestión la refundación, frente al neoliberalismo, que parecía haberse asentado en las elecciones constituyentes de mayo, al obtener ahora el primer puesto el candidato contrario a la refundación, que sostiene que el dilema de Chile está entre «libertad y democracia contra comunismo».

Viraje al que contribuye el papel en la segunda vuelta de los 900.000 votantes de Franco Parisi. Un candidato que hizo la campaña sin pisar Chile y que, con su populismo, logró el tercer lugar, empatado con el candidato de la derecha de Piñera y con cinco puntos más que la candidata democristiana de la Concertación. Unas elecciones, además, con un empate entre derecha e izquierda en el Senado y un Congreso con 22 partidos. Resultados de difícil digestión, también para políticos y partidos. Por olvidar que en democracia los errores y las veleidades se pagan. Pagamos todos, pero unos más que otros.