La energía en verde y en Europa

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

BENITO ORDÓÑEZ

06 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La Comisión Europea hizo una despedida de año que podría calificarse como el Cotillón de la Energía, como ustedes saben, uno de los poderes que mueven el mundo. Mientras Alemania cerraba nucleares, la Comisión Europea se atrevió a poner en circulación un borrador propio: modificaba la clasificación de las energías e incluía en la taxonomía verde la energía nuclear y el gas natural, lo que facilitaba el acceso de ambas a los fondos europeos. Una victoria de intereses y lobis, o una asunción posibilista con el objetivo proclamado por la Comisión de que ambas contribuyan a alcanzar una economía libre de emisiones en el 2050. Dado que con las energías verdes actuales nadie garantiza la descarbonización.

Fue en otra época de gran inflación e inestabilidad por los precios del petróleo cuando, en plena reconversión industrial, el Gobierno de Felipe González aprobó la moratoria nuclear española (1991-1994). Una moratoria nuclear de pleno acuerdo con la patronal eléctrica, con unas empresas terriblemente endeudadas y sin demanda industrial debido a la crisis e incapaces de hacer frente a sus créditos para la construcción de aquellas centrales nucleares.

Aquella moratoria supuso la paralización de siete centrales, con un endeudamiento valorado entonces en unos 4.300 millones de euros, que ha sido pagado (5,7 millones) a las eléctricas por los consumidores españoles desde 1996 hasta el 2015. Una moratoria nuclear en España que iba en sentido contrario a las políticas energéticas de otros muchos países que, ante la crisis del petróleo, incrementaron sus centrales nucleares, aumentando el consumo mundial de esta energía, entre 1980 y 1992, en un 130 %. Por más que hoy la contribución nuclear a la producción de electricidad haya pasado de un 17 % en 1996 a un 10 %, y en el total de energía primaria no alcance el 5 %.

Frente al acto delegado de la Comisión se han pronunciado a favor y en contra gran parte de los países de la UE. Estrategias divergentes que explican la inclusión de ambas fuentes de energía, gas y nuclear, en la taxonomía verde. Por más que exista una oposición frente a los residuos y accidentes nucleares, y que la estrategia del gas haga dependientes las economías europeas de países productores, como Rusia o Argelia, provocando en los últimos meses una escalada en la inflación.

Con la decisión de fin de año de la Comisión se cierra un episodio en el debate reabierto en la cumbre del clima de Glasgow en torno al papel de la energía nuclear para la reducción de las emisiones de CO2. Debate que se mantiene ahora entre los países de la UE, y donde hoy el Gobierno español se sitúa en un «de entrada, verdes no, quizás ámbar». Conscientes de los riesgos de mantener la dependencia energética exterior, y la tensión por el alza en los precios, que supondría rechazar las decisiones —con sus requisitos y matices— propuestas por la Comisión. Cabe también en España un sí o un no, empecinado. Tan propio, pero poco probable.