¿Quién lo tiene más grande?

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

PAVEL BEDNYAKOVKREMLIN POOL

24 ene 2022 . Actualizado a las 08:40 h.

El título no se refiere al chascarrillo popular sobre una parte de la autonomía masculina, sino, por el contrario, al insaciable ego que algunas personas que ejercen el poder tienen y por extensión a la añoranza de que cualquier tiempo pretérito fue mejor, como le sucede al zarevich Putin, quien anhela recuperar la influencia que la antigua URSS tuvo en el mundo.

La actual Rusia, o para ser más precisos, la Federación Rusa, es un país tan complejo como fascinante. El mayor del mundo por extensión física, ha tenido que reinventarse tras el enorme choque que supuso el colapso de la URSS. Tras casi siete décadas ejerciendo de gran potencia mundial frente a EE.UU. en lo que se dio en llamar la guerra fría, su desaparición en 1990 implicó, no solo su acceso al capitalismo y a la economía de mercado sino, la reducción de su influencia y poder en el ámbito internacional.

Mientras, EE.UU. ha continuado liderando la OTAN, a la que se han ido incorporando la gran mayoría de los países satélites de la URSS que habían formado parte del Pacto de Varsovia. Esto ha supuesto el desmantelamiento del primer frente defensivo para Rusia, que siempre ha tenido un conflicto con su identidad continental. No se considera ni europeo ni asiático, pero sí se siente vulnerable en su flanco occidental.

Además, la incorporación de todos los antiguos estados satélites a la OTAN aproximó peligrosamente la influencia EE.UU. a sus fronteras donde solo le queda el colchón de Ucrania y Bielorrusia. La pérdida de la presidencia ucraniana del prorruso Yanukóvich en el 2014 acercó aún más Ucrania a la UE y también a la OTAN. Putin no dudó en alentar el conflicto fronterizo en la región oriental de Donbás y apoderarse de Crimea a modo de advertencia y represalia. La tibia respuesta occidental le ha hecho creer que las sanciones son todo lo que EE.UU. y la UE harán contra él, por eso, ahora ha apostado a 100.000 efectivos en tres puntos de su linde occidental con Bielorrusia y Ucrania. Tras las declaraciones de su ministro de Asuntos Exteriores no es probable que quiera iniciar una guerra en la que nadie ganaría, pero no se está privando de alardear sobre el tamaño y capacidad de su ejército.