Sánchez censura a España

Marcos Martino
Marcos Martino REDACCIÓN

OPINIÓN

Pedro Sánchez y Pablo Casado, momentos antes del inicio del debate electoral de las generales del 2019
Pedro Sánchez y Pablo Casado, momentos antes del inicio del debate electoral de las generales del 2019 JUAN CARLOS HIDALGO

14 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Para imponer sus intereses. ¿No lo ha dicho ya Casado? Aunque, tal vez, si no lo ha dicho en este caso es porque tienen intereses coincidentes. Supongo que por motivos diferentes.

Si RTVE estableció un proceso de selección por el que «sus» jurados podían vetar a las artistas favoritas del público para Eurovisión y el ente público está controlado por el gobierno, podríamos deducir, aplicando la lógica «casadiana», que Sánchez ha censurado la abrumadora expresión mayoritaria de la voluntad popular española. Pero Casado no ha aplicado esa «lógica» a este caso, sino a otro del que espera mucha más rentabilidad electoral: el del pucherazo de la reforma laboral

Lo que sí dijo de Eurovisión es que rechaza el apoyo de algunas ministras a «soflamas feministas« como el «Ay mamá» de Rigoberta Bandini. Del canto a la diversidad lingüística de España y a la sororidad de Tanxugueiras no le he oído decir nada. No sé si porque no entendía la letra o por no soliviantar a uno de sus barones autonómicos que amaga cada cierto tiempo con disputarle el liderazgo nacional. En cualquier caso, se entiende que no le guste que se levante esa alfombra cotrosa bajo la que se ha ocultado secularmente el papel central de la mujer en el sostenimiento de la vida, la familia y la sociedad. Dan pena, por no decir otra cosa, aquellos hombres que compiten por destacar en el misógino ecosistema reaccionario llevando, por definición, la contraria a los tiempos y menospreciando a las mujeres que reclaman una igualdad plena y real.

Puede que le haya gustado más la Bugatti Chanel (será por marcas de lujo). Está en su derecha; materialista, cosificadora. Lo que no veo claro es por qué RTVE y, por ende, Sánchez, no quiere ganar Eurovisión. ¿Por el coste que supondría organizarlo? Ese partido del que usted me habla seguro que sacaría una buena tajada con ese evento.

En cualquier caso, y como decíamos en el capítulo anterior, para algunos el fin justifica los medios. Y como la ética es inversamente proporcional a la ambición, no puede sorprendernos a estas alturas otra votación esperpéntica, pero con consecuencias mucho más graves: la de la reforma laboral. Una votación en la que a pesar del “tamayazo”, uno más, el foco mediático está puesto al servicio de la rentabilidad, en cuanto a desgaste del gobierno, que el Partido Popular intenta obtener de un error propio; de la sucesión de equivocaciones de uno de sus diputados al votar. No fue solo una.

La deriva de Casado y su equipo, azuzados por la competencia con la ultraderecha fundamentalista, por la baronesa que también le disputa el liderazgo y por un ex-presidente con vocación mesiánica, cada vez más contaminada por la estrategia trumpista de fabulación y negacionismo, está gangrenando el sentido moral de la derecha española, para desgracia de todos. Justificar esta involución democrática que le lleva a acusar de conspiradores, traidores, felones, radicales populistas y/o atacantes de remolachas a todos los demás, recuerda al chiste de ese conductor que, circulando por la autopista en sentido contrario, va llamando «locos» a todos los que se cruza en el camino hacia el desastre.

En este despropósito, convertir la equivocación propia, reiterada y confirmada por un sistema de votación con verificación recurrente, en una gravísima manipulación por parte del gobierno, sigue la muy peligrosa estrategia de deslegitimar todo aquello que perjudica a los intereses propios.

Pero qué se puede esperar de un partido que sigue la estela de otro, allende los mares, que ha calificado el violento asalto al Congreso de Estados Unidos (con cinco muertos) como parte de un «diálogo político legítimo». Un partido, el republicano, que amenaza con castigar a dos de sus congresistas por participar en la comisión especial del Congreso que investiga este suceso alentado por un presidente que desprecia todo lo que no satisface sus intereses personales, que arremete contra quien se opone a los mismos y no tiene escrúpulos a la hora de enfrentar a su pueblo.

El 41% de los votantes estadounidenses que se declaran independientes, el 40% de los republicanos y el 23% de los demócratas opinan que la violencia contra el Gobierno está justificada el algunos casos. Y aquí hay quien está importando ese discurso de fanatismo psicopático. Y se creen patriotas, además.

¿Y la próxima semana? La próxima semana hablaremos del gobierno.