La guerra y nuestras certezas

OPINIÓN

Vladimir Putin, en una reunión en el Kremlin
Vladimir Putin, en una reunión en el Kremlin ANDREY GORSHKOV

05 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Siempre da cosquilleo tener razón. Podemos pensar que la gente cree demasiadas veces que tiene razón, pero no es verdad. Solo sentimos el cosquilleo de tener toda la razón cuando de verdad creemos que nadie tiene réplica posible. Y eso solo suele ocurrir con las obviedades. En Ucrania hay oscuridades. Muchas. Pero también hay obviedades. Así que algunos están exhibiendo su talento para lo obvio con una incontinencia algo chistosa. Y se les ve valientes, según hablan. Los numantinos del s. II a. de C. serían unos nenazas asustados al lado de tanto Garibaldi como ruge estos días, bien lejos de la trinchera.

Empecemos por las obviedades. Cuando algo es realmente límite, cuando un suceso está en la frontera de lo aceptable, se convierte en virtud lo que normalmente es vicio: conviene ignorar todo contexto y razonar lo menos posible. Por ejemplo, en su momento en el País Vasco se vivía una situación que debíamos considerar compleja, donde el contexto de cada cosa era enredado y convenían los matices. Hasta que llegamos al tiro en la nuca. Entonces lo civilizado es negarse a que nadie te explique nada o a contextualizar el suceso con nada: el tiro fue un crimen y en ese horror se agota el relato.

Putin, Presidente de una potencia nuclear, dice que Ucrania no es un pueblo soberano, ni siquiera un pueblo propiamente dicho, que es parte de Rusia porque son una unidad de destino en lo universal, que su soberanía pone en peligro a Rusia y que Rusia lo va a tomar a sangre y fuego. No hay razones ni avales para esta perorata, pero Putin tiene una razón para invadir Ucrania: que puede. La invasión es un horror, un atropello del derecho, una agresión criminal y una sangría inmisericorde. A afirmaciones parecidas a esta hay que llegar sin explicaciones y sin contextualizar nada. No hay que pensar en los ángeles o demonios que sean los antagonistas de Rusia para interiorizar con firmeza que la invasión es un crimen a gran escala.

Esto es lo obvio. Es una de esas obviedades que no admiten réplica y que envalentonan a los bobos y cuelgan de la obviedad sus estupideces. «A la Plaza de España, contra el comunismo», rugía Toni Cantó, seguramente para defender el idioma español. «No me la imagino diciendo todos, todas y todes», decía Pérez Reverte glosando la foto de Irina Tsvila antes de morir en combate, y demostrando que las guerras no hacen mejor a nadie y que en ellas el mezquino se hace más mezquino. Antes de la guerra ya le molestaban más las feministas que las mujeres asesinadas. Por qué iba a mejorar con una guerra.

En este ambiente, transidos todos de fe, proliferan comparaciones y loas a los valores europeos. Sí, comparativamente la UE es el mejor escaparate de convivencia conocido. Pero a la UE le ocurre lo mismo que al ejército y a la policía: son mejores cuando no nos gustan del todo que cuando nos gustan demasiado. La guerra no nos hace mejores y una forma de salir de ella peor que se entra es la ceguera sobre las miserias morales propias. Europa es un espacio donde crece la desigualdad, donde arraiga el racismo y donde se cierran las fronteras con los mismos valores que en cualquier otro régimen. Antes de llenarnos la boca de almíbar, hay que defender los valores europeos… en Europa.

La amenaza de esta guerra no es menor. Putin ya acarició el botón nuclear como John Wayne acariciaba el gatillo mientras le pedía a Liberty Valance que recogiera el filete del suelo. A Putin le estorba la UE. A Trump también y Trump es medio EEUU. Enredan los dos en todo lo que puede desestabilizar a la UE, como el brexit o los independentismos. El independentismo catalán no es uniforme, pero una parte de él creyó poder tratar con Putin como república soberana; y cuando perdió Trump las elecciones se borraron tuits en Cataluña. Pero sobre todo Putin enreda con la extrema derecha, la corriente más antieuropeísta, la que sueña con una UE reducida a reuniones distendidas de sátrapas para hablar de sus cosillas, como en su día el Cono Sur de Latinoamérica.

Los vínculos son intensos en el caso de Le Pen y llegaron a ser muy intensos con Salvini. Orbán es prácticamente una marioneta de Putin en las entrañas de la UE. En mala hora se le ocurrió al pobre Abascal ser anfitrión del aquelarre facha en Madrid y dejarse ver ante el ancho mundo con Orbán y Le Pen para coger no sé sabe qué galones. Qué graciosos son ahora fingiendo que no perdían el culo por comer migajas de la mano de Putin y haciendo como que no oyen el apoyo entusiasta de Trump a Putin.

Con el ataque a Ucrania Putin amenaza a Europa. No es tan difícil el escenario de Putin al frente de Rusia y Trump al frente de EEUU. Pero incluso con Biden en la Presidencia, EEUU no tiene nada que perder en este pulso. Tiene gas, no necesita el ruso, como Alemania o Italia. Y tiene gas para vender y ganar. Allí no va a subir la luz. Europa no tiene energía y no tiene tanto tiempo para conseguirla. Putin se puede hacer fuerte desde el Este, con China jugando algún papel, para embestir hacia el oeste. Enric Juliana suele recordar la cita de Mark Twain de que la historia no se repite, pero rima. Las dos potencias (y China) tienen dispuesto que el escenario de todos los truenos sea otra vez Europa. No EEUU ni Asia.

Es interesante lo de presionar a Rusia confiscando las fortunas de los oligarcas rusos (como sigamos repitiendo esta expresión, acabaremos creyendo que no hay más oligarcas que los rusos, como llegamos a creer que no hubo más desaparecidos que los de ultramar). Se calcula que el 80% del dinero ruso, en manos de unos pocos oligarcas, está fuera de Rusia rodando por occidente. No parece mala idea, pero lo califiqué de interesante por otro motivo.

En el estado de derecho muchas veces rechazamos cosas que nos apetecen porque pensamos que son peligrosas sin control. Hay muchos culpables que sabemos que son culpables (de crímenes, de corrupción, de robo, …) y que nos apetece que vayan a la cárcel, se pueda demostrar o no su culpabilidad. Nos apetece, pero no queremos que eso ocurra, porque sabemos que eso de meter a la gente en la cárcel sin pruebas o sin juicio es un arma mortal que llevaría a la represión propia de una dictadura. Lo de confiscar fortunas por una razón de justicia superior apetece y a algunos nos apetece mucho.

Y parece factible y efectivo: como el dinero ruso se enfrente a Putin, mal asunto para el zar. Pero me resulta interesante si lo harán los gobiernos. Me pregunto si nuestros oligarcas no temerán si esto de confiscar fortunas por el bien común no será un arma mortal con la que se acabe tomando en serio el artículo 128 de la Constitución: «toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general». Veremos de qué manera nos convencen de que por principio las fortunas no se tocan, que eso sería comunismo y convertiría a occidente en una hijuela de Venezuela.

No podemos decidir si entramos en esta guerra. Estamos en ella. No creo que haya ninguna ayuda a un país en guerra que sea del todo pacífica. Dejar a Ucrania sin armas en el contexto de una invasión no es pacífico, es evasivo. Enviar armas a Ucrania contra una potencia nuclear no es ayudar a Ucrania, ni defender ninguna causa, ni proteger a nadie. Es política exterior.

En Los hijos de la medianoche de Rushdie, ponían una sábana con un agujero a una enferma. El médico debía desplazar el agujero para ver la parte afectada, sin tener nunca la vista pecaminosa del cuerpo femenino. De lo que está pasando en este conflicto, de los movimientos de dinero y de los acuerdos que se van fraguando solo nos dejan ver por un pequeño agujero, puesto donde la vista proyecte cierta inocencia.

Asumo que la mayoría no sabemos lo que se está cociendo. Solo podemos saber que si la mancha se extiende por Europa, iremos teniendo miedo, iremos odiando al enemigo e iremos haciéndonos peores. Mejor es reforzarnos en nuestras certezas cuando todavía se puede por si acaso. Es bueno tener reservas en la conciencia a las que podamos recurrir en tiempos de oscuridad.