Lo que vale un melocotón

OPINIÓN

30 abr 2022 . Actualizado a las 10:17 h.

Ayer se estrenó en el cine Alcarràs, la película de Carla Simón que hizo historia en el Festival de Berlín porque por primera vez una mujer española se hacía con el galardón. Alcarràs es una oda al cultivo de la tierra con el mimo que siempre le han puesto los agricultores que saben que se la juegan en cada cosecha. Pero la directora catalana pone a su historia esa finísima sutileza que la caracteriza —nos enamoró con Estiu 1993— y, lejos de caer en una mirada dulcificada del campo, cuenta la narración desde dentro. Por eso este filme no deja indiferente, porque hasta ese pueblo de Lleida se fue Carla para encontrar entre su gente a los actores que pudieran sostener la verdad de su paisaje, que se refleja en la autenticidad de sus manos y su rostro. Y en esa verdad revuelve el estómago saber lo que cuesta en realidad un melocotón, lo que se suda para recogerlo y para ponerle un precio que después los intermediarios se encargan de encarecer hasta que lo compramos en el súper. Carla Simón dignifica el trabajo de los agricultores de toda la vida con un canto a la tierra y a la familia que la sostiene, que ve cómo todo se derrumba cuando entran otros intereses en conflicto. Alcarràs duele, es una película de emoción contenida, en la que los silencios y los gestos dicen más que muchas palabras, por eso cada palabra está medida e importa. Como el valor de un solo melocotón.