Crisis de natalidad, ¿hay soluciones?

José Luis Fernández Trisac LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

María Pedreda

23 jun 2022 . Actualizado a las 08:25 h.

Se está dando vueltas estos días al problema de la caída de nacimientos, tras publicar el INE las cifras referidas al 2021. El año pasado hubo en nuestro país 338.532 nacimientos, representan casi un 50 % menos que los que había en torno a mi generación. El año que yo nací, hace poco más de 50 años, hubo 666.568 nacimientos. Cada cierto tiempo, los medios se hacen eco de un problema que en realidad viene de largo: las tasas de natalidad y fecundidad mantienen su imparable descenso, en Galicia las cifras son peores que la media estatal. ¿Podemos hacer algo para revertir la situación?

Estos días, además, se nos está mentalizando para el desplome económico que se avecina y, si tenemos en cuenta que muchos estudios han demostrado que la tasa de empleo de un país se relaciona de manera inversamente proporcional con el número de hijos por mujer, tenemos todos los condicionantes para no vislumbrar un panorama halagüeño.

Algunas de las fórmulas propuestas por muchos países, como el acceso a la atención médica y educación para los hijos, son en principio una realidad en nuestro país y no parece que esto sea un incentivo suficiente para tener hijos. Creo que se debería optar, de forma realista y no sobre el papel, por facilitar a las familias conciliar trabajo y crianza, e insistir no solo en los programas monetarios inmediatos, sino en programas a largo plazo y, sobre todo, en mejoras sociales. Se debería ofrecer a las mujeres el poder volver a trabajar cuando ellas lo deseen y que su embarazo no sea un freno a su desarrollo profesional; deberían planificarse incentivos fiscales reales, como poder desgravar por las cuidadoras y los cuidadores que trabajan en los hogares; debería apostarse asimismo por un beneficio fiscal prolongado que incluya también beneficios a los futuros padres en los impuestos indirectos. Ese tipo de beneficios fiscales, en países de nuestro entorno como Francia, ha favorecido un aumento en su tasa de fecundidad, en algunos momentos de 1,74 a 2,08, rozando una tasa de reposición poblacional equilibrada.

España se encuentra entre los países de más baja fecundidad del mundo y lleva más de 40 años por debajo de lo necesario para asegurar la tasa de reposición de la sociedad. La pandemia por coronavirus ha venido a empeorar este sombrío panorama: durante la pandemia se suspendieron la mayoría de los tratamientos de reproducción asistida, que representan casi un 9 % de los nacimientos actuales, y hemos asistido a casi dos años de mayor dificultad para el establecimiento de nuevas relaciones de pareja, y una vez más la situación de incertidumbre económica no ha favorecido los deseos de paternidad. La evolución tras este agravamiento de nuestra, ya de por sí, difícil situación se verá en los próximos años.

Una sociedad madura y responsable debería tener en cuenta nuestro futuro, el futuro de la humanidad, e intentar planificar anticipadamente y no improvisar.

Fomentar ventajas fiscales duraderas para las familias, acoger a población joven que desea establecerse y contribuir a la sociedad, impulsar políticas de repoblación rural con verdaderos incentivos y promover medidas sociales como guarderías y centros de ocio son algunas de las acciones que podrían ayudar a mejorar la situación de nuestro país; la situación global es otro tema.

Desafortunadamente, ocurre con la natalidad lo que con la preservación del medio ambiente y la gestión de recursos no renovables: los engranajes que componen la maquinaria de nuestro modelo socioeconómico actual se comportan como depredadores a los que no les importa la continuidad ni el futuro. Analicemos y hagamos cambios en esos engranajes y quizá así podamos aportar algunas soluciones que mejoren nuestro futuro.