¿Cómo saldremos de esta?

OPINIÓN

Pilar Canicoba

30 jun 2022 . Actualizado a las 20:38 h.

Por «esta» no me refiero a la situación global con sus variables geopolíticas, energéticas, ambientales, alimentarias o migratorias. Variables repelentes para mentes refractarias a la cooperación, la solidaridad, la sostenibilidad o la justicia universal. Mentes que, por otra parte, y por una suerte de selección artificial corrupta, tienen un acceso más fácil al poder.

Me refiero a la situación económica, más próxima, de ámbito europeo o, incluso, español. El aumento del precio de los alimentos, la vivienda, el combustible: la inflación y sus consecuencias. Situación directamente afectada por las variables enumeradas en el párrafo anterior pero para la que el análisis político más doméstico suele arribar a un debate cortoplacista sobre los impuestos: ahondar más la deriva neoliberal con una fiscalidad regresiva, para beneficio prioritario de acaparadores de capital, o huir de ella blindando la protección pública del conjunto de la ciudadanía mediante una fiscalidad progresiva.

Es bien sabido que, a río revuelto, ganancia de especuladores. El plan de detracción de recursos por el poder financiero sigue su curso. También se ve a diario cómo su brazo político y económico no deja de presionar para bajar los impuestos, utilizando argumentos como la «Curva de Laffer» por la que, según ellos, a más bajada de impuestos, mayor recaudación. Los gobiernos de Moreno Bonilla y Ayuso, por ejemplo, insisten en esa idea. Ocultando, más por interés que por ignorancia, que también, que esa fantástica curva tiene un supuesto punto óptimo a partir del cual esa afirmación podría funcionar y dando por hecho, falsamente, que la presión fiscal siempre está por encima de ese punto. Vamos, que siempre hay que bajar los impuestos, aunque implique el desmantelamiento de los servicios públicos. A ellos no les va a afectar. Creen.

Hay que decir que, según parece, el economista Arthur Laffer explicó su teoría en una reunión con Dick Cheney y Donald Rumsfeld dibujando la curva en una servilleta. Ambos, esforzados representantes de las mentes refractarias descritas más arriba, debieron quedar muy complacidos con el garabato. Años más tarde, cuando Reagan llevó la teoría a la práctica y bajó los impuestos —pues esa era parte de la misión que le encomendó el verdadero poder—, se encontró con que los ingresos fiscales disminuyeron significativamente. Así lo explica el economista John Kenneth Galbraith: «Partiendo de la circunstancia indiscutible de que si no se imponían gravámenes no se recogería ningún ingreso público y de que si los impuestos absorbían todos los recursos no se produciría ninguna renta, el profesor Laffer unió estas dos verdades indiscutibles con una curva a mano alzada que mostraba que, aumentando los tipos impositivos, el total de los recursos públicos primero aumentaría y luego caería. (...) En un ejercicio posterior de imaginación, el profesor Laffer pasó a sostener que la presión fiscal había superado en Estados Unidos el punto óptimo, obtenido, como ya dijimos, a mano alzada. (...) Es evidente que nadie en su sano juicio se tomó en serio la curva y las conclusiones del profesor Laffer. Hay que otorgarle, sin embargo, el mérito de haber demostrado que una manipulación justificativa, aunque evidente, podía ser de gran utilidad práctica. La reducción impositiva de la década de los ochenta fue, en no escasa medida, producto de la invención de Laffer».

Volvamos aquí y a nuestro futuro a medio plazo; al panorama resultante de las decisiones que se están tomando durante esta crisis (y las anteriores). El catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull, Santiago Niño Becerra, autor de «El crash de 2010», es pesimista: en las próximas décadas las grandes corporaciones financieras seguirán acaparando riqueza, ganado más poder en detrimento de los Estados, y aumentará, por tanto, la desigualdad social. La sociedad, mayoritariamente abducida por las Tecnologías de la información y la comunicación, se resignan indolentes al control social mediado por algoritmos; no habrá resistencia. Para asegurarse la falta de contestación popular podría aplicarse un «trinomio social»: renta básica, marihuana legal y ocio gratuito. Una «libertad» que da miedo y pena.

¿Es así como queremos salir de esta?

¿Y la próxima semana? La próxima semana hablaremos del gobierno.