Llamar nazi al nazi

OPINIÓN

Foto de archivo de Isabel Peralta durante un acto en Madrid del grupo neonazi Bastión Frontal.
Foto de archivo de Isabel Peralta durante un acto en Madrid del grupo neonazi Bastión Frontal.

28 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hemos perdido la sana costumbre de llamar nazis a los nazis. No sé hasta qué punto es una forma de entender mal la libertad de expresión o la democracia, pero tengo la sensación de que muchas veces hay auténticos analfabetos políticos en los medios de comunicación comandados por gente que prefiere eludir el término y hacer como si ese mozo tan sanote al que estás entrevistando fuera una persona normal a pesar de que va luciendo con orgullo una camiseta con simbología nazi. Esto es lo que ocurrió el otro día con un señor al que entrevistaron como testigo del tiroteo en un garito de Marbella. Difícilmente un nazi puede ser testigo de lo ocurrido durante la actuación de un dj sudafricano negro, pero eso no fue obstáculo para que Espejo Público entrevistara al buen mozo que aprovechó para soltar la soflama xenófoba. El programa se desvinculó después de las delirantes declaraciones del nazi, pero el hecho es que el alegre muchacho llevaba simbología nazi muy visible encima. Como cuando los medios de comunicación españoles se negaron a calificar de nazi a la pandilla de Melisa, que eran «jóvenes identitarios», decían, aunque todos sabíamos que su identidad era nazi. Viene de antiguo. Cuando era joven unos nazis me dieron una paliza. En los medios locales eludieron que eran nazis y aunque en la denuncia en comisaría dije que lo eran, prefirieron hablar en aquellas ásperas páginas hoy desaparecidas de «reyerta».

La ignorancia no estaba en aquella época, pero me temo que hoy existe parte de eso porque hay gente que no sabe lo que es un neonazi ni es capaz de identificarlo, aunque lleve el careto de Goebbels tatuado en la frente. Escondidos detrás de palabras que a algunos les suenan bien, no es mi caso, como «patriota» o la superchería jingoísta que toque, hay muchos de ellos, pero cada vez más los hay que no esconden nada, como es el caso. ¿Para qué se van a esconder si hay un partido, y en ocasiones varios, que sostienen algunas de sus ideas?

En ocasiones es muy fácil detectar al neonazi. Aquel video en el que un antifascista golpea a un neonazi (que minutos antes había estado acosando a un negro en el autobús) que luce un brazalete con una esvástica en Seattle se convirtió en leyenda. Del sopapo que recibió se quedó grogui el amigo. Cuando se hizo viral, un analfabeto político preguntó en Twitter que ahora quién de los dos era el nazi, el golpeador o el golpeado. Alguien le contestó para que lo pudiera un tonto que el nazi era el tipo de la esvástica. El que se agachó a limpiar el suelo de Seattle. Ese.