La Reina Letizia no hace más que saltar de boca en boca, más ahora que la tenemos por Asturias para los Premios Princesa, y no por su buen hacer, su saber estar, sus glosas y erudiciones en el ámbito cultural ni por el desarrollo de una labor férrea y eficiente al lado del Rey; sino por su tipo. Oviedo anda revolucionado con la presencia de tanto famoso -normal, aquí nos vemos las caras siempre los mismos-, pero lo que realmente quieren los ciudadanos es cruzarse con Letizia y contemplar esos brazos torneados de levantar hierro, los gemelos cincelados a base de carreras por Zarzuela y esa espalda, qué escápulas tan perfectas, ornamentada por horas y horas en el rocódromo; sí, aseguran que la Reina también ha sucumbido, como todo los pijos, a la moda de la escalada. No queda nada para que el CM de la Casa Real suba una foto de la Leti colgada de un arnés mientras Felipe la asegura. También es verdad que con ese tono de piel caribeño a lo Christine Lagarde que ahora luce, no sé si del sol, lámpara o autobronceador, todo brilla y se magnifica más. Pero está claro que es suyo y se lo curra: un tipazo como una reina.
Todo el mundo quiere verla: ni a los premiados, ni al y Felipe VI, ni a la Princesa Leonor, ni a políticos o empresarios. La gente bien del Oviedín fue a poner velas a San Juan o a rogarle a Sanjurjo y Fernández-Vega para que propicien un acercamiento, un conato de conversación, un pequeño saludo para estrecharle la mano y sentir toda su potencia crujiendo sus falanges y el metacarpo. Hasta Ánder Azcárate tiene pensado sacarse una foto con ella de espaldas y en la siguiente visita de sus Majestades tratar de que le eche una rúbrica.
«Qué tipazo tiene Letizia», «Está guapísima» o «Cada día mejor»; son algunos de los comentarios que se pueden leer cada vez que la revista HOLA, el BOE del corazón, publica una de sus fotos en las redes sociales. Sabemos, o eso nos hacen llegar diferentes medios y periodistas, que no sólo de deporte vive ese body; también sigue una dieta muy estricta en la que abundan productos como la kombucha, avena, lácteos naturales y el salmón; nada de alcohol, tabaco ni refrescos. Vamos, que normal que a veces se le vea con el rictus tan serio y así como enfadada. Menos mal que tiene el yoga, que no se sabe muy bien para qué sirve, pero dicen que es el remedio para todo.
Así que ya saben lo que tienen que hacer para lucir esa carrocería. Mientras tanto, sigan siendo felices entre el bar y el salón