
El fracaso de España en Doha resonó en Casablanca. El batacazo de la selección de Luis Enrique Martínez. El líder todopoderoso del equipo que quería morir con sus ideas. Y tanto que murió, y mucho antes de tiempo. Se va España de Catar después de que el entrenador confiase, sobre todo, en 12 o 14 jugadores: los titulares contra Marruecos, Azpilicueta, Carvajal y Morata y poco más, porque a Nico Williams lo rescató como agitador demasiado tarde. Ya sabe donde tiene la puerta de salida.
Esta selección española ya había pasado la liguilla de milagro gracias al triunfo de Alemania sobre Costa Rica en el único grupo de todo el Mundial que no ha colocado ni un solo equipo en cuartos de final, a la espera de que Portugal pueda cumplir el pronóstico ante Suiza. Un partidazo ante Costa Rica, ni más ni menos que eso. Un empate ante la siempre difícil pero esta vez menor Alemania. Una derrota contra los correcaminos de Japón. Y un ridículo espantoso (de espanto) contra Marruecos. Nunca antes nuestros vecinos del norte de África habían llegado a cuartos de final en un Mundial. Hasta que esta España de plastilina y pases horizontales hacia ninguna parte le cedió el camino.
¿Y el fútbol? En la primera eliminatoria, España no tiró a puerta en todo el primer tiempo. Sobó, eso sí, la pelota hasta desgastarla. Y los chicos de la delantera, ausente Iago Aspas después de haber sido señalado por Luis Enrique presuntamente por defender poco, no olieron una. Boufal, al que solo un despistado podía no conocer, le hizo un traje a Marcos Llorente, la aportación del técnico en el once inicial respecto al del estreno contra Costa Rica.
¿Tan endiablada fue la propuesta de Marruecos? Once jugadores colgados del larguero, y a correr. No podía ser tan complicado atacar un planteamiento tan primitivo. Pero a Luis Enrique se le debieron de consumir las fuerzas y las ideas por el Twitch, una charleta en las redes sociales que ha mantenido durante las tardes de Mundial, pero que ya había avisado que no haría más si caía eliminado.
En cuartos jugarán los mejores en un Mundial con mínimas sorpresas. Con Alemania y España eliminadas, el resto de los grandes están en octavos. Salvo la selección de Luis Enrique. El líder, el responsable, el atrevido. El culpable.

Marruecos le saca los colores a España (0-0)
Si el debate era si Azpilicueta se había recuperado para ofrecer garantías o al lateral derecho volvería Carvajal, Luis Enrique lo cerró como acostumbra. Le dio la plaza a Marcos Llorente. Con Morata sentado y Ferran de vuelta, Asensio se posicionó como delantero ficticio. Regragui desechó los tubos de ensayo. Marruecos partió de gala y tardó 15 segundos en dejar su tarjeta de visita. Ziyech barrió a Jordi Alba. El mensaje de que enfrente habría un equipo agresivo.
España salió tensa. Exploró dos veces la banda derecha, con Llorente desdoblando y Ferran conduciendo. Demasiado previsible. Marruecos se ancló en bloque medio y tuvo su primera aproximación en un desafine arbitral. Boufal empujó a Busquets, el argentino ofreció una ventaja inexistente y, tras la recuperación, el propio Boufal se desmayó a unos metros de la frontal ante la sombra de Gavi. Hakimi golpeó la falta por encima del travesaño.
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