Los trenes también engordan

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

JOSE PARDO

08 feb 2023 . Actualizado a las 08:36 h.

Las primeras semanas del año nos resultan durísimas para quienes nos resistimos a perder nuestra forma física habitual. Los excesos de la Navidad pasan factura y lo peor es que, por muchos esfuerzos que hagamos, los resultados resultan inapreciables. Y esto nos ocurre año tras año y, aún sabiéndolo, somos incapaces de solucionarlo. Los especialistas y estudiosos aseguran que una persona que consuma unas 2.000 calorías diarias en estas fechas, que entre turrones, mazapanes y capón al horno no son nada, puede llegar a Reyes con entre dos y tres kilos de más.

Y si nosotros nos atocinamos, ¿por qué nos sorprende y enfurece que lo hagan los trenes? ¿Les negamos el derecho que tienen a disfrutar de unas fiestas que son, sobre todo, gastronómicas? Pues eso es lo que está pasando. Que nos mostramos atónitos y cabreados porque acaban de decirnos que los convoyes de cercanías de Cantabria y Asturias, que también afectan a Galicia, no caben por los túneles por un «problema de cálculo» con los gálibos.

No hará falta recordar los errores de cálculo que derribaron grandes proyectos. De Cristóbal Colón a la penicilina. Pero los agoreros y antipatriotas aprovechan la nimiedad para decir que España es el país de la chapuza. Y nada más alejado de la realidad. Cierto que el submarino español más moderno se nos hundió por exceso de peso y que la solución fue alargarlo diez metros para que pudiera flotar, y cuando se hizo los ingenieros cayeron en la cuenta de que era necesario prolongar otro tanto el muelle para que pudiese atracar.

Tan cierto como que tenemos viaductos, autovías y carreteras que se nos caen, auditorios en los que no se ve el escenario, líneas de metro que se hunden, goteras en edificios a estrenar, o estructuras que se vienen abajo poco después de su inauguración. Pero eso no quiere decir que seamos chapuceros.

La ministra de la cosa esa de los trenes, que debe corresponder a Transportes, se lo ha tomado muy a pecho y dispuso el cese de dos mandos intermedios de Renfe y ADIF, las dos empresas de control público encargadas del proyecto, al entender que existe una «responsabilidad compartida». Una responsabilidad que nos saldrá por unos 250 millones de euros iniciales, que a día de hoy es nada, por el aumento de precio de los materiales y dos años de retraso.

Ella no debe de engordar en Navidad y por tanto no entiende la situación. Si fuese comprensible optaría concederles a los funcionarios la medalla al mérito en el trabajo y, al tiempo y ante el engorde de los trenes, ordenaría hacer unos túneles ajustados a las nuevas medidas, que es lo que hacemos todos en las rebajas de enero cuando la ropa nos aprieta. Y aprovecharía la situación para una gran campaña turística. Con un par de eslóganes que digan algo así como «Las mejores mesas están en el norte. Hasta los trenes lo saben». O, también, «En el norte sabemos lo que es comer bien. Aquí los trenes también engordan».