«Los niños se han ido», son las palabras desesperadas de un sirio que solo ha logrado encontrar con vida a su esposa e hija de 7 años. Mientras, el pequeño Mohamed de 3 meses, único superviviente de su familia, lucha por su vida en la uci bajo los cuidados de los médicos de diversas ONG, los únicos sobre el terreno en la devastada región noroccidental de Siria. A su incierta recuperación se une la incógnita sobre su futuro. ¿Quién se hará cargo de un bebé huérfano en una región devastada por la guerra y los terremotos?
La comunidad internacional se ha volcado en las operaciones de rescate, ahora, una semana después de recuperación de cadáveres en Turquía, pero ningún convoy de ayuda ha llegado a las áreas más aisladas de su vecino del sur. La zona controlada por los rebeldes o por los islamistas que luchan contra el Gobierno dictatorial de Bashar al Asad apoyado por Rusia, permanece abandonada a su suerte, solo asistida por los integrantes de las diversas ONG que ya se encontraban en el terreno. Pero, sus esfuerzos apenas si sirven para paliar el desastre humanitario que asola a los sirios. Necesitan urgentemente, ayuda de profesionales médicos, así como equipamiento y medicinas para atender a las decenas de miles de víctimas que sufren todo tipo de traumas físicos y mentales.
Las lágrimas de miembros de los cascos blancos, agotados y superados por una tragedia, en la que solo han podido colaborar con sus manos desnudas, resumen la desesperada situación de los sirios. Desde el primer día, han suplicado ayuda para salvar a las víctimas sepultadas bajo los edificios derruidos tras los dos terribles terremotos de la semana pasada, sin haber logrado ninguna reacción.
La complicada situación política y de seguridad tras más de una década en guerra, se ha visto exponencialmente agravada, por el terremoto que ha arrasado todas las localidades de la región dejando a la población sin ningún refugio en temperaturas bajo cero. Y lo peor está por llegar. Si la ONU calcula que las personas sin hogar en Turquía ascienden a un millón, la cifra se quintuplica en Siria. Hablar de catástrofe ya parece baladí.